¿Las Juntas de vecinos y demás comunitarios, deben integrarse a las labores de seguridad pública?
Ciertamente, así como el Estado es quien tiene el monopolio de la administración de justicia, también lo tiene en el ámbito de la seguridad interior, pública y ciudadana. Las juntas de vecinos, clubes de madres, asociaciones y todo tipo de organización comunitaria deben aportar, dentro del marco de la ley, para el fortalecimiento de la seguridad de cada comunidad.
La sociedad está y estará siempre llamada a intervenir e involucrarse directa y permanentemente, desde la selección, pasando por todo el proceso de vida funcional del policía, hasta su último día de servicio; debe ser una especie de compromiso, de matrimonio canónico de por vida. Solo y únicamente así se puede alcanzar que el Estado y todos sus habitantes garanticen la seguridad ciudadana. Hoy tenemos la oportunidad, la necesidad, el derecho, el deber y la obligación de consolidar la creación de esa Policía anhelada, llamada Policía comunitaria.
No están llamadas, pues, a sustituir, en ningún caso, a las fuerzas de la seguridad ciudadana, labor fundamental e insoslayable que compete a la Policía Nacional como actor principal de ese ámbito. Sin embargo, los servicios policiales se deben encaminar hacia la labor de asociación con todos los integrantes de cada comunidad para que en cohesión ejecuten las soluciones de prevención y control a esos problemas.
La sociedad demanda un nuevo modelo de Policía, con una visión civil y democrática diferente a la tradicional, basado en acciones proactivas y gestión de resolución en forma pacífica para las diversas manifestaciones de la conflictividad social, con la participación interactiva de la comunidad.
La participación de las organizaciones comunitarias, dentro del actual proceso de comunitarización que vive la institución del orden, consiste o debe consistir en la necesaria integración, en el estudio, en la armonía, en la realización de conversatorios y muestreos, en la realización de talleres de policiamiento comunitario, de tal manera que los agentes policiales y los vecinos sanos puedan conocerse y compartir experiencias educativas edificantes.
La comunitarización policial en países como los Estados Unidos, Canadá, Chile, Londres, España, Japón, entre otros, ha alcanzado grandes éxitos. Actualmente la República Dominicana vive un proceso de aspiración para lograr este fenómeno de policía moderna, democrática y comunitaria, que está pasando por altibajos y que podríamos definir como un estancamiento que nos impide ver la realidad.
La educación es la vía para convertir al ciudadano común de cada localidad en un policía comunitario que se deba a su vecindad, que trabaje con ella, por ella y para ella; es también a través de la educación que debemos construir las fuerzas de seguridad comprometidas con la democracia.
Es una bonita experiencia la que se registra en esos encuentros policía-sociedad donde cada uno presenta sus propuestas, es escuchado y son ponderadas y aplicadas las sugerencias de los moradores como aportes al proceso de intercambio y fortalecimiento de las relaciones del agente del orden con los miembros de las comunidades a las cuales sirve.