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Después de 67 años

Hoy mientras participaba en la eucaristía de la parroquia de Licey al Medio, tuve la oportunidad de presenciar un acontecimiento que vivía por primera vez, la renovación de los votos de amor de un matrimonio que nació hace sesenta y siete años (67) y aún siegue vivo como el primer día, amor que germinó a primera vista.

Realmente es una historia para escribir una novela, una película y cuantas inspiraciones surjan para transmitir el éxito en la vida en pareja, como la base de la familia y el desarrollo de la sociedad.

Las familias fuertes surgen de las parejas unidas y su buena convivencia, las sociedades fuertes son el resultado de familias sanas y felices, que a la vez consecuentemente constituirá un Estado fuerte y progresista, el cual tanto anhelamos.

Como muestra de lo vivido en esta experiencia inolvidable quiero compartir con los apreciados lectores de nuestra columna el siguiente poema que el señor Pedro María Martínez escribiera y declamara frente al altar a su amada esposa:

“Después de 67 años 

Cuando conocí a Martina, cumplía los dieciséis (16) y era tan bella y hermosa, como no había visto mujer y me quedé contemplándola no hallaba qué hacer, pues pensaba que me encontraba en el jardín del Edén.

Una tarde que pasaba y no la vi en el portón, miré hacia la ventana y allí no estaba mi amor, seguí hacia mi casa, así gritaba el gorrión, que tiene mi Martinita que no estaba en el portón, al llegar a la casa afligido de dolor allí estaba el mensajero, quien me dijo estaba enferma mi amor, volví hacia su casa, así gritaba el gorrión, qué tiene mi Martinita hoy que no estaba en el portón, al pasarle la mano aclamando al Señor en el momento quedó sana y se levantó mi amor.

Más tarde nos casamos y cada día ha crecido este amor. Martinita me ha acompañado en la alegría, en la pena, el dolor después de 67 años tiene vivencia este amor.”

La falta de integración familiar está destruyendo la sociedad y por consecuencia las instituciones públicas que conforman el Estado. “Divide y vencerás”, frase común en nuestro medio y cuyos efectos son sufridos por muchas de nuestras instituciones, especialmente en la más importante “la familia”. Las parejas en el matrimonio no saben tolerarse, no saben respetarse, no saben negociar, no saben comunicarse, impidiendo así que se fortalezca la familia y que reine la paz y la armonía en el hogar. Todo ello está provocando la desintegración familiar, la violencia familiar, los vicios en el seno de la familia. Esta situación pone en riesgo el futuro del país con el incremento de todos los problemas sociales generando inseguridad.

Si es posible una relación exitosa en la vida de pareja, a pesar de que muchos hemos fracasado, debemos estar claros de que las parejas son el equilibrio de las familias, reflexionemos sobre la necesidad de rescatar los valores familiares como garantía de solución de la mayoría de los problemas sociales. Trabajemos juntos por familias unidas fundamentadas en principios éticos y morales.

El Nacional

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