A lo largo de toda la historia del mundo occidental, se ha difundido el mito del intelectual como un ser muy especial. En la antigua Grecia, eran los filósofos quienes cumplían este rol, en el marco de lo que se denominó la Paideia como un ideal de culturas universal.
En la Edad Media fueron los monjes y sacerdotes quienes cumplieron el rol de celosos guardianes de la sabiduría y la verdad. En estas sociedades, el intelectual deja de ser una élite y se convierte en una categoría que caracteriza al intelectual por su función en la sociedad más que por su papel en la estructura productiva, tal como señalan los teóricos.
Existen algunos mitos, en unos casos, y ciertos prejuicios ideológicos, con relación al intelectual y su rol en la sociedad.
En cuanto a lo primero, empecemos por señalar que el término intelectual se ha reservado, por lo general, a los filósofos, poetas, ensayistas, pensadores, científicos sociales y todos aquellos personajes que han hecho de la palabra hablada y escrita su actividad primordial.
Solo de un tiempo a esta parte, debido a la redefinición del concepto de cultura, se ha incluido entre los intelectuales a los artistas que manejan diferentes géneros: pintores, escultores, músicos, entre otros.
De allí que, en el imaginario colectivo, se asocia de manera involuntaria los conceptos de intelectual y escritor; o, por lo menos, a éstos se atribuye con preferencia el término intelectual.
El mito sobre el intelectual es tan viejo como la civilización occidental. En la antigua Grecia, eran los filósofos quienes cumplían el rol de intelectuales y de ellos la sociedad, con razón o sin ella, se formó un idea particular que se ha convertido en estereotipo en las épocas posteriores.
Por lo tanto, es preciso establecer el rol del intelectual en la sociedad. Independientemente de su adscripción ideológica, puede decirse que hay algo en común en todos los intelectuales: sus más profundas motivaciones están dadas por los valores ético-culturales.
De allí que Jorge Castañeda, por ejemplo, atribuye a los intelectuales de América Latina algunos rasgos distintivos que les confiere un rol, más allá de su filiación ideológico-partidaria: guardianes de la conciencia nacional.