En alguna parte (no recuerdo cuándo ni dónde) se celebró una especie de debate en torno a los aportes de varios presidentes dominicanos en momentos difíciles.
Se habría planteado el tema referente a la transición entre la desaparición física del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina y el regreso de la mentada democracia, como Juan Bosch llamó al sistema cojo, injusto, incoherente y excluyente que tenemos.
Alguien habría dicho, sin sonrojarse, sin reír, sin llorar, sin bostezar, sin escupir ni secarse el sudor, que esa transición la habría ejecutado el presidente Joaquín Balaguer.
Absurdo, negativo, antihistórico, incapaz de resistir el análisis, desprovisto de la verdad histórica y escaso de luces que arrojen un estudio serio del asunto.
Lo primero es que el presidente Balaguer no pudo ser nunca el árbitro transitorial entre la tiranía de casi 32 años y el proceso frustrado, golpeado, traicionado y alterado que se produjo en un mes como el actual hace 47 años, y que había comenzado (¿) el año anterior, pero en diciembre.
¿Por qué? Muy sencillo: porque no podía ser el árbitro de la transición un miembro tan incondicional y destacado de esa tiranía precisamente, y porque cuando el presidente Balaguer sale del país hacia el exilio, enero de 1962, no había tal transición.
Si fuéramos a hablar de un organismo (en términos institucionales) que sirvió de transición, con sus errores, defectos y aciertos, ese fue el Consejo de Estado.
Y si lo individualizáramos, lo personalizáramos y lo identificáramos en alguien no sería en el presidente Balaguer sino en el presidente Rafael Filiberto Bonelly, que asume la presidencia de ese Consejo de Estado y de la República, siendo vicepresidente, a raíz de la ya citada salida del presidente Balaguer de su refugio en la Nunciatura.
Es el presidente Fello Bonelly el que organiza las primeras elecciones libres en 38 años (1924-1962), las del 20 de diciembre de 1962 que gana el trípode Juan Emilio Bosch Gaviño-Segundo Armando González Tamayo-Partido Revolucionario Dominicano.
Y en cuanto a otro punto que se trató, el de los derechos humanos, a nadie debe caber duda de que el que restablece, rescata, resucita, revive y da vigor a los derechos humanos en nuestro país es el presidente Antonio Guzmán.