Benito Juárez conocido por su frase “El respeto al derecho ajeno es la paz” también fue el jurista que en 1855 promulgó en México las leyes de reforma que separaban el Estado de la iglesia. En nuestro país a pesar que se autodenomina laico, las iglesias, aprovechándose del temor de los políticos del gobierno y la oposición, se han alzado con una serie de exenciones y privilegios, legitimadas por un anacrónico concordato.
Tal como en el medioevo, la mayoría de las iglesias dominicanas ponen en práctica modelos teocráticos del poder, infundiendo el temor a lo desconocido, presentando certezas morales que en muchos casos están encontradas con la ciencia, y ofreciendo respuesta a problemas seculares en base a verdades reveladas o dogmas y cualquier brote novedoso que amenace el poder eclesiástico es rápidamente extirpado al estilo de los inquisidores.
La educación pública es una de las áreas en las que han intervenido de manera nefasta, reprimiendo el pensamiento libre, obstruyendo el libre tránsito de las ideas. Utilizando las excomuniones como chantaje, frenan una educación laica, efectiva, sin connotaciones religiosas como lo deseaba el gran maestro Eugenio María de Hostos. “Hablan de religión en las escuelas y de política en los templos”.
Es inconcebible el boicot sistemático a cualquier proyecto de ley que promueva una educación sexual integral en las escuelas y a la distribución de métodos anticonceptivos y condones , sin importarles el número de embarazos no deseados, las muertes, sobre todo de mujeres jóvenes pobres, y el alto riesgo de contagio de las enfermedades de transmisión sexual incluyendo el SIDA.
Urge tomar medidas valientes como las que asumió Juárez entre ellas: Introducir el laicismo en las escuelas; suprimir los fueros del clero; declarar a todos los ciudadanos iguales ante la Ley; reducir número de fiestas religiosas, prohibir la realización de ceremonias y el uso de sotanas y hábitos fuera de las iglesias. “Al César lo que es del César”.
