El escarceo generado para la aprobación de una ley de partidos políticos debe analizarse como elemento fundamental en el proyecto de continuidad en el poder del presidente de la república, sea a través de su propia reelección, o por medio de alguien que represente sus intereses.
Debe abandonarse la idea de que el primer mandatario haya descartado de forma definitiva presentarse en las elecciones del 2020, aun siendo cierto que las condiciones actuales y previsibles para ese momento sean más difíciles que en 2016. Ni siquiera puede suponerse que ofrezca cabida a la posibilidad de ceder su liderazgo para colocarlo al servicio de una candidatura representativa de la corriente interna que le adversa. En ese contexto deben valorarse sus posiciones asumidas hacia fuera y hacia dentro del PLD.
Es obvio que el presidente tiene control de la alta dirección de su partido y eso podría conducir a pensar que va a imponer su mayoría mecánica para hacer que prevalezca su preferencia de que las primarias sean abiertas, es decir, con la posibilidad de que voten miembros y no miembros de las entidades. Presumir eso es un error. Danilo Medina es muy hábil y sabe que se trata, por un lado, de un tema que no solo atañe al PLD y, por el otro, es improcedente asestarle una nueva derrota a su contrincante interno a tanto tiempo de las elecciones.
Esas circunstancias son las que han determinado que el asunto no se haya finiquitado en la más reciente reunión del comité político y no debe esperarse que se dilucide en los plazos que el país, el sistema y los demás partidos lo puedan desear y necesitar.
l presidente está consciente de que sus armas políticas, tanto a nivel general como internas, son muchísimo más letales en las proximidades de certámenes electorales, donde hay escasas probabilidades de que las fuerzas que le adversan decidan asumir riesgos que pueden resultarles políticamente onerosos.
La propuesta de consultar 5 expertos constitucionalistas no fue casual ni improvisada, es primera parte de un plan bien concebido y fácil de implementar, sobre todo si se recuerda que apenas se necesitarían tres de ellos para que sea emitida opinión favorable a los intereses presidenciales.
De ser cierto que su aprobación fue unánime y que el presidente del partido aceptó someterse al referido dictamen, habría que concluir que su alejamiento del poder le está generando ostensibles pérdidas de facultades políticas.