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Kennedy, Jruchov y Castro, protagonistas de la crisis de los misiles

Kennedy, Jruchov y Castro, protagonistas de la crisis de los misiles

WASHINGTON, 9 Oct 2012 (AFP) – La crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962 fue una interesante partida de póker entre dos poderosos bandos. Por un lado, el estadounidense, representado por el entonces presidente John F. Kennedy, y, por el otro, el comunista, cuyos líderes eran el soviético Nikita Jruchov y el caudillo revolucionario cubano Fidel Castro.

John Fitzgerald Kennedy (1917-1963)

El presidente estadounidense, de 45 años, había llegado al poder hacía menos de dos años cuando tuvo que enfrentar la peor crisis de la Guerra Fría. Su calamitosa gestión del episodio de Bahía de Cochinos en abril de 1961 -negó cualquier apoyo de Estados Unidos a los rebeldes anticastristas una vez desembarcados en Cuba- terminó por convencer al número uno soviético, tras una reunión dos meses más tarde en Viena, de que Kennedy no estaba a la altura de los acontecimientos.

Cuando estalló la crisis de los misiles, Kennedy tuvo que hacer equilibrios en el seno de su gabinete entre los halcones, que presionaban por la invasión de Cuba, y los partidarios de la moderación.

Sometido a un intenso estrés y aunque muy medicado durante la crisis -se sabe que tomó esteroides, cortisona y antibióticos para tratar su dolor de espalda y una vieja enfermedad venérea- logró encontrar con Jruchov una solución pacífica a la crisis.

«No sobrestimó el poder de Estados Unidos» y «mantuvo abierta una puerta de salida a la crisis», diría el líder soviético en sus memorias.

Sus apologistas convirtieron la crisis de los misiles en su consagración. Aclamaron a Kennedy como hombre de acción, que «miró a los ojos» a Jruchov, pero también como un sabio.

Pocas horas antes del fin de la crisis, él mismo parecía estar convencido de ello. «Esta noche debería ir al teatro», le dijo Kennedy a su hermano Robert, refiriéndose a la noche en que Abraham Lincoln fue asesinado en plena gloria cinco días después de la victoria en la Guerra Civil estadounidense. No imaginaba que él sería asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas).

Nikita Sergueievitch Jruchov (1894-1971)

La impetuosidad del número uno de la Unión Soviética, quien no dudó en golpear el escritorio de la ONU en 1960 para protestar contra el discurso de un orador, y sus amenazas de «enterrar» el sistema capitalista, condujeron al mundo al borde del apocalipsis nuclear debido a su decisión de desplegar misiles nucleares en Cuba.

Aún hoy considerado en Rusia como el típico campesino (mujik), este hombre sencillo, de origen humilde, trabajador agrícola y luego minero, sabía que bajo su cara redonda y su sonrisa, había un hombre fuerte que podía pegar un puñetazo en la mesa.

Fue un hombre que también denunció los crímenes de Stalin e inició un programa de desestalinización en el congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1960, aunque tampoco dudó en reprimir a sangre y fuego el levantamiento popular de 1956 en Hungría.

Su entorno admitiría más tarde que esperaba sacar ventaja de los hechos consumados tras el despliegue de los misiles en Cuba, seguro de que Kennedy no se atrevería a oponerse a ello. Jruchov no tenía un «plan B» para el caso de que los misiles fueran descubiertos antes de estar operativos.

En el frente interno, una tímida política de reformas y el éxito del primer vuelo espacial tripulado de Yuri Gagarin, fueron las iniciativas más destacadas de Jruchov.

El líder soviético también se destacó por una violenta campaña anti-religiosa, durante la que cerró una gran número de iglesias y monasterios.

En 1964 fue destituido por sus pares y reemplazado a la cabeza del partido y del gobierno por Leonid Breznev y Alexei Kosiguin respectivamente.

 «Estoy viejo y cansado. Ya hice lo más importante. ¿Alguien podría haber soñado con decirle a Stalin que no nos convenía? (…). Esa ha sido mi contribución», dirá. Jruchov murió de un ataque al corazón el 11 de septiembre de 1971.}

Fidel Castro (nacido en 1926)

En 1962, con 36 años, el joven líder de la revolución cubana, Fidel Castro, está de nuevo sometido a presiones tras el aplastamiento el año precedente del intento de desembarco en Bahía de Cochinos de rebeldes anticastristas apoyados por Estados Unidos.

Después de haber tomado el poder a principios de 1959, tras años de lucha guerrillera, Fidel Castro multiplica sus peticiones al bloque soviético, y en abril de 1961 declara que la revolución cubana es de carácter socialista. Meses más tarde asegurará que siempre fue marxista-leninista.

Justificará durante mucho tiempo su actitud de exaltación guerrera durante la crisis de los misiles. «Estábamos en negociaciones con los soviéticos. Discutíamos qué medidas podían tomarse -sin hablar de los misiles- para hacer comprender a Estados Unidos que una invasión a Cuba conduciría a una guerra con la Unión Soviética», explicó a Tad Szulc, su biógrafo. Discutida durante el verano de 1962, la propuesta de desplegar misiles es finalmente aceptada por Castro.

Años más tarde, Castro dirá que en realidad no le gustaba la idea: «a nosotros no nos interesaba tener misíles aquí, ni una base militar. Lo que nos interesaba era la imagen del país. Una base soviética desvalorizaría la imagen de la revolución, su capacidad de influir en la región. ¿Por qué aceptamos (los misiles)? Fue muy difícil, pero era una cuestión de solidaridad internacionalista».

Cuando las dos superpotencias llegaron a un acuerdo para poner fin a la crisis sin que Jruchov siquiera le consultara, Castro apenas logró disimular el enojo.

 «Nunca consideré el retiro como una solución», explicaría más tarde, evocando «el fervor revolucionario, la pasión, el entusiasmo de aquellos días.»

«Después de esta amarga pero instructiva experiencia, en la que Cuba no fue consultada ni considerada como debió haber sido, los cubanos ya no tendrían más confianza en la capacidad de los dirigentes soviéticos para gestionar los asuntos internacionales», dice el historiador cubano Tomás Diez Acosta.

 

El Nacional

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