Cuando se recurre al uso del poder para dirimir problemas personales se incurre en una falta a la ética. Pero la falta es mayor cuando se preparan expedientes que evidencian retaliación personal, llegando afectar las honras de familias completas.
La sociedad tiene conocimiento que desde mediano del 2009 existe un conflicto personal entre la sucesión Mélido Marte, representada por la doctora Liselott Marte de Barrios, en la actualidad presidenta de la Cámara de Cuentas y el ex administrador de Bienes Nacionales, licenciado Elías Wessin Chávez.
Esa situación pudo haber sido la razón superflua que motivó los resultados de la auditoría de ese organismo a la gestión de Wessin Chávez en Bienes Nacionales, que generó la acusación de la Procuraduría General de la República de malversar 157 millones de pesos, entre otras supuestas irregularidades administrativas.
Wessin Chávez tuvo la mala suerte de caer en desgracia con la CC en virtud a una situación personal que lo enfrentó con su presidenta, originado por unos terrenos de la familia Marte declarados en utilidad pública y a los que los técnicos de BN fijaron un precio menor al que aspiraban los interesados.
Fue a partir de ese momento que empezó el viacrucis de Wessin Chávez a quien expedientan junto a dos colaboradores y le endilgan un rosario de supuestas irregularidades en un informe que, cargado de inconsistencias, fue realizado tres años antes del sometimiento.
Muchas de las debilidades que señala el levantamiento obedecían a prácticas y vicios consuetudinarios de una institución anquilosada y fueron corregidos, y otros que ni siquiera se puede asegurar que ocurrieron.
El tema anticorrupción es morboso de por sí, y cuando es viciado con juicio de valor o rencores personales, entonces la medicina puede ser peor que la enfermedad. De modo que este caso será otra prueba de probidad para el sistema judicial dominicano.
La sociedad dominicana no aspira a magistrados benignos ni rencorosos sino justos.