Opinión

La capciosa limosna

La capciosa limosna

Susi Pola

Este mes de diciembre que se apaga, cierra el año 2015 de la misma manera desde hace 45 años, que es el tiempo que tengo viviendo en este país hecho mío.  Parece increíble que en el balance de la política de todos estos años, se sigan repitiendo los mismos errores de siempre, mismas ¨tradiciones¨ de práctica clientelar, punto de partida -y a la vez de llegada- del lastimoso intercambio, fundamento y a la vez consecuencia de tanta desigualdad. ¡Cuánto dinero gastado para humillar!
La acción, criticada hace ya muchos años por los mismos que ahora la ejecutan, ha sido validada por todos los partidos, distinguiéndose como otro de los tantos detalles comunes a estas instituciones que, hoy por hoy, carecen de ideologías que los diferencien, por eso negocian tan a gusto entre sí.

Y vimos a todos los ¨líderes¨ repartiendo cajitas y fundas con provisiones de ínfima calidad, mientras funcionarios y funcionarias recibían grandes canastas colmadas de finos deleites, porque en el fondo, también son miserables pero de espíritu, detrás de momios para sentir que merecen, aunque no apunten méritos.

Pena que esos ¨líderes¨ saben muy bien que esa ¨caridad¨ no saca a nadie de la pobreza y genera dependencia en quienes no tienen recursos para desarrollar una actividad que le permita dignamente salir adelante económicamente. Saben que eso distorsiona la ciudadanía y crea una población débil y dependiente. Saben que lo último que se debe hacer para sacar a la gente de la pobreza, es precisamente darle limosnas. Saben que perpetúan miserias materiales y espirituales. Saben que es humillante y no son capaces de garantizar a los hijos e hijas de esta tierra, una vida digna, como acto democrático.

Sería interesante hacer un cálculo sobre el monto de estas dádivas indecentes y calcular sus alcances con lo que bien se podría facilitar participaciones activas en procesos de producción, de trabajo digno, no enseñando al pueblo a la limosna.

Estos ¨líderes¨ se aprovechan de la pobreza, explotan el concepto a través del clientelismo político, se favorecen con ello utilizando a la gente pobre para lograr sus objetivos personales, beneficiándose y sin pensar en políticas de erradicación de la pobreza, para mantener como rehenes a quienes subsisten.

Nuestros políticos no tienen escrúpulos democráticos, ni sentido de solidaridad, ni respeto por las personas que dicen representar. No les conviene hacer un pueblo fuerte. Ya lo decía Eduardo Galeano “la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.

El Nacional

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