Por Fabienne FAUR
WASHINGTON, 14 Mar 2014 (AFP) – ¿Qué escondía La Gioconda, cuya enigmática sonrisa fue inmortalizada hace cinco siglos por Leonardo da Vinci? Según un autor estadounidense, la Mona Lisa era en realidad una feminista del siglo XVI que abogaba por la igualdad de género en la Iglesia Católica.
Esa es la teoría de un historiador de arte aficionado de Texas (sur), William Varvel, la última de numerosas suposiciones, académicas o extravagantes, que acompañan la larga existencia de la pintura más famosa el mundo.
La Mona Lisa reivindica, de forma cifrada, los «derechos teológicos de las mujeres», dijo a la AFP este exprofesor de matemáticas y autor de «La Dama habla: Descubriendo los secretos de la Mona Lisa» (The Lady Speaks: Uncovering the Secrets of the Mona Lisa), que acaba de publicarse en Estados Unidos.
Para Varvel, Lisa del Giocondo -madre de cinco hijos nacidos en una familia aristocrática florentina cuyo marido, un comerciante de telas y sedas, encargó el retrato a Da Vinci- buscaba un mayor papel de la mujer en la Iglesia Católica, incluyendo la posibilidad de que las mujeres accedieran al sacerdocio.
«La Gioconda puede ser una gran declaración sobre los derechos de las mujeres», dijo este experto de 53 años, que pasó 12 años estudiando la obra.
En 180 páginas, no siempre de lectura fácil, Varvel explica cómo Da Vinci pintó «cada uno de los versículos» del capítulo final del Libro de Zacarías del Antiguo Testamento.
El texto anuncia el advenimiento de la «Nueva Jerusalén», símbolo de una sociedad ideal donde se reconocen los derechos de las mujeres, dijo. El autor establece correlaciones entre las descripciones geográficas o simbólicas del texto sagrado y los detalles de la pintura: la carretera, el agua, el puente, los bordados o la posición de la modelo.
– «El retrato de una burguesa» –
Así, sobre el hombro derecho de la Mona Lisa se eleva el Monte Gólgota, a su izquierda se ve el Monte de los Olivos. Las arrugas en su brazo izquierdo son un «yugo», que alude tanto a los textos religiosos como a la opresión de las mujeres, señaló Varvel.
Para Da Vinci, «que hoy podría describirse como de izquierda», agregó el autor, esta sociedad ideal «no podía existir si el ministerio de Jesucristo no era ejercido tanto por hombres como por mujeres».
¿Y la sonrisa? Significa «que ella conocía el secreto de la Nueva Jerusalén», explicó Varvel.
Durante cinco siglos, la Mona Lisa ha fascinado al mundo: muchos se afanan en encontrar copias, creen identificar signos misteriosos en sus ojos, los japoneses han reconstruido su voz, un médico incluso pensó diagnosticar su colesterol.
«También se dijo que era un hombre, tal vez el retrato del propio Leonardo», recordó a la AFP la historiadora de arte Laure Fagnart.
«En mi opinión, no hay nada que ella realmente nos oculte», agregó Fagnart, especialista en arte del Renacimiento en la Universidad de Lieja en Bélgica, que no ha leído aún el libro de Varvel.
«Este es el retrato de una burguesa como docenas en ese momento, aunque tal vez más difícil de leer que otras obras», dijo.
Leonardo era un artista que pensaba sus pinturas, no hacía nada inocentemente, apuntó.
En todos los años que dedicó a estudiar la Mona Lisa, Varvel nunca la ha visto realmente de cerca. «No voy a pelearme con la multitud para ver La Gioconda. Si voy a París, el Louvre deberá darme una visita privada», señaló.