Partiendo de una imagen real, debemos asumir una ideal, ajustada a las expectativas de los públicos o consumidores y las potencialidades del emisor.
Un estudio de opinión o encuesta permite diseñarla efectivamente para proyectarla a través de los canales o vasos comunicantes disponibles.
La imagen real, la misma que mueve la voluntad de compra o aceptación, es la que el público percibe finalmente. Los objetivos se logran en el momento en que la imagen ideal se aproxima o asemeja a la real.
Para medir los avances y resultados de la aproximación entre ambas, disponemos de instrumentos de medición que no abandonan ese proceso al azar ni a los ambiguos pronósticos de los astros e inexpertos.
Recomendamos la auditoría de imagen, un medio eficaz, cual electrocardiograma o prueba de fuerza, para determinar la salud, disposición y aceptación del producto o las ideas que pretendemos vender. Estudio previo determinante que permite detectar fallas y debilidades.
Igualmente, permite conocer las potencialidades financieras y de crecimiento frente a los competidores, determinando, con honestidad, la posición actual de la marca o individuo [político, religioso, profesional, empresario], objeto de la campaña a ser desplegada.
Recorrido este breve camino, expuesto aquí en pinceladas, nos toca recomendar consultas y estudios permanentes a manera de retroalimentación y actualización de los procedimientos. Incluyendo, por supuesto, más de un manual o libro de cabecera, bitácoras fundamentales en cada caso.
A un dirigente político, potencial candidato presidencial, huelga sugerirle El Político, de Azorín, y El Príncipe, de Maquiavelo. O, simplemente, leer biografías de grandes hombres de Estado.