Opinión

La otra revuelta

La otra revuelta

El presidente Nicolás Maduro pudo salir airoso de las protestas sociales que se convirtieron en una seria amenaza para el legado de Hugo Chávez y la revolución bolivariana. Del encarcelado líder opositor Leopoldo López ya ni siquiera se habla y las sanciones que se promovían en Estados Unidos por las supuestas violaciones en que se incurrieron para aplacar las manifestaciones no pasaron de la amenaza. Aún así, el Gobierno no ha podido cantar victoria, porque las crisis se suceden unas tras otras.

Venezuela tiene un desafiante problema de liquidez. Los cinco mil millones de dólares que le facilitó China apenas alcanzaron para sortear apuros momentáneos. Un simple respiro. Los problemas financieros se han agravado de tal modo que trascendió que el Gobierno gestionaba la venta de sus estaciones de combustibles en Estados Unidos para disponer de recursos con que honrar múltiples compromisos y garantizar el abastecimiento de alimentos y materia prima para la industria.

En tanto han fracasado todas las iniciativas para superar las crisis, cuyo primer síntoma de alarma fue la escasez de papel sanitario, Venezuela, duramente golpeada por la inflación y la criminalidad, se enfrenta a nuevos obstáculos, entre los que figuran la ausencia de los escaparates de productos básicos de belleza e higiene. Encontrar navajas de afeitar, champú, desodorantes, lociones y otros artículos representa una odisea.

La crisis económica de un país petrolero como Venezuela no solo invita a reflexionar sobre su modelo político y económico, sino que constituye una señal de alerta para países como República Dominicana. Por las dificultades, reales y no virtuales ni resultado de la gastada conspiración interna y externa, en cualquier momento pueden venirse al suelo programas como Petrocaribe, que han sido tan determinantes para la estabilidad de la economía de socios como esta nación. Sin olvidar, por supuesto, la cuantiosa deuda cuya amortización se puede exigir por las mismas circunstancias.

La oposición contra el Gobierno pinta poco y ha sido incapaz hasta de capitalizar la crisis que en otra circunstancia hubiera propiciado un estallido de grandes dimensiones. A veces se tiene la impresión de que se ha replegado por miedo. Pero nadie quita que de un momento a otro los venezolanos, sobre todo esa inmensa mayoría que ha sido beneficiada con la política social del chavismo, haga causa común con los opositores al régimen. Mientras se intensifica el culto a Chávez, quien no deja de aparecerse como un pajarito y ya tiene hasta su propio Padre Nuestro, la crisis de abastecimiento se perfila, en caso de que siga agravándose, como el detonante de otra revuelta.

El Nacional

La Voz de Todos