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La revolución cubana

La revolución cubana

El pasado primero de enero, la revolución cubana cumplió 60 años, cuando contingentes del ejército rebelde el 26 de julio, luego de tres años de guerra de guerrillas (1956-1959), ingresaron a La Habana, mientras el líder comandante Fidel Castro Ruz, recorrió el trayecto desde la provincia de Oriente y su baluarte de Sierra Maestra, ingresando a la capital habanera siete días después.

Ese lapso de tiempo, es propicio para esbozar un arqueo histórico, y con el soporte de los hechos, redactar una exposición fidedigna, incontaminada de prejuicios, procurando el socorrido auxilio de la imparcialidad, mostrando los hechos como ocurrieron, empezando por los escritores que han publicado más libros que cualquier otro personaje relevante.

Hugh Thomas, tres tomos, Cuba, la lucha por la libertad; Tad Szulc, Fidel, un retrato crítico; Marita Lorenz, Mi querido Fidel; Claudia Furiati , Fidel Castro. La historia me absolverá; K. S. Karol, Los guerrilleros en el poder; Georgie Anne Geyer, La historia oculta de Fidel Castro. Socioanálisis del caso Cuba. El carisma y el caos, Vladimir Ramírez; Dulces guerreros cubanos, Norberto Fuentes; Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel.

La más completa cronología y descripción del proceso revolucionario cubano la escribió, estimo obra de texto, el periodista y revolucionario comunista cubano Carlos Franqui, Diario de la Revolución Cubana.
Franqui y nuestro Julio César Martínez, periodista de excepción, exiliado antitrujillista, trabaron grandes migas, conforme relatos hechos a mi por su viuda Olga, porque Julio César imprimía clandestino en un mimeógrafo las octavillas de la avanzada que dirigía Fidel Castro desde el comando central de pico Turquino, Sierra Maestra.

Para entender y juzgar la revolución cubana con la balanza de Temis, ciega, serena y desapasionada, es obligatorio interpretar la filosofía marxista, que sustenta el valor de la persona humana en sus atributos esenciales de alimentación, salud y educación, descartando de plano el bienestar económico, considerado lacra burguesa.

Reiterados informes de la UNESCO y la Oficina Panamericana de la Salud, ponderan los irrefutables logros de nutrición, educación y salud, donde al ser humano se dispensa un trato preferencial y humanitario, diferente a considerarlo como una deleznable mercancía.

Las sociedades comunistas nunca han obtenido los logros económicos de las capitalistas, porque su objetivo nodal es el hombre, no el sesgo económico, prueba es el colapso de la URSS en 1989, luego de 73 años de fiascos, penurias, Gulags y genocidio de más de 40 millones de muertos en la Era Estaliniana.

La escala a segunda economía planetaria de China, advino luego de Deng Xiao-ping postular en 1992: “Una China, dos sistemas”, y “Enriquecerse es glorioso”, imitado por Vietnam, las dos únicas economías comunistas prósperas, mientras Laos, Corea del Norte y Cuba presentan deficiencias lamentables del PIB y la distribución del ingreso satisfactorio.

La revolución cubana nunca ha demostrado autosuficiencia económica, y en el tramo comunista de la extinta URSS, sobrevivió favorecida por comprarle azúcar por encima del mercado internacional y petróleo por debajo de la cotización de OPEP, prestándole hasta su extinción US$5 millones diarios, deuda incobrable, declinada por el presidente Vladimir Putin.

El comandante Hugo Chávez dispensó idéntico trato, petróleo por médicos y maestros, reduciendo suministro, por su precaria actual economía, ante el derrumbe de los crudos a US$52 el barril, con producción azucarera que no supera los dos millones de toneladas, que en 1959 recibió ocho millones de toneladas.
Estas seis décadas son propicias para pasar balance de la revolución cubana, reflexionar si tantos esfuerzos, excesos de cientos de fusilamientos, extinción del derecho a disentir que conduce al presidio y dos millones de exiliados, valieron en verdad la pena.

La odisea del Granma, timoneada por Onelio del Pino Izquierdo y nuestro Ramón Emilio Mejía del Castillo, Pichirilo, copiloto. La incial barrida mortal en Alegría de Pío.

La homérica resistencia por 36 meses en Pico Turquino, Sierra Maestra, baluarte del comandante Fidel Castro y los ingentes sacrificios de figuras icónicas y cimeras.

Playa Girón. El último de los grandes símbolos, comandante José Ramón Fernández Álvarez (El Gallego), fallecido el seis de enero reciente a los 95 años en La Habana, combatiente de Playa Girón, exdirector de la Escuela de Milicias, héroe y general de división.

Vilma Espín, Celia Sánchez, Haydée Santamaría (Yeyé), Melba Hernández, Frank País, Ernesto Ché Guevara, Abel Santamaría, Armando Hart Dávalos, Camilo Cienfuegos, Osmany Cienfuegos, Isidoro Malmierca Paoli, Jesús Montané Oropeza, Pablo de la Torriente Brau y Raúl Cepero Bonilla.

Jaimito Tomas, Emilio Roig de Lewabcering, Fauré Chomón, Juan Almeida, Universo Sánchez, Rolando Cubelas, Juan Montané, Crescencio Pérez, Raúl Roa, Juan Marinello, José Antonio Echevarría, Mario Muñoz, Onelio del Pino, Ramón Emilio Mejía del Castillo (Pichirilo) y Pedro Trigo.
Efigenio Amejeiras, Manuel Fajardo, Ciro Frías, Gilberto Cordero, Félix Peña, Ramiro Valdés, Humberto Sori Marín, José Luis Tassende, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez, Juan Almeida Bosque, Hubert Matos, Faustino Pérez, René Ramos Latour, José Wanguemert, Isidoro Malmierca Paoli y Raúl Castro Ruz. Sobreviviente.

Culminando el martirologio el comandante Fidel Alejandro Castro Ruz, desmaterializado el 25 de noviembre de 2016 por largo quebranto de salud, del que se afirma se involucró la CIA, igual que con Hugo Chávez.

El Nacional

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