El Día Internacional de la Mujer, que se conmemora hoy, sorprende a República Dominicana entre las naciones que todavía deben recorrer un gran trecho para completar la vigencia, disfrute e igualdad del portafolio de derechos políticos, sociales y económicos en favor del género femenino.
La mujer dominicana aún marcha a la saga en el usufructo de esas prerrogativas, que en términos generales representan un insatisfecho anhelo para gran parte del pueblo dominicano, pero es claro que Estado y sociedad ejercen o toleran discrimen de género.
Aunque hace 20 años que se introdujo en el Código Penal Dominicano la tipificación de la violencia contra la mujer, los feminicidios mantienen una espiral de crecimiento con más de 120 asesinatos de mujeres por año a manos de hombres despechados.
El país ocupa el tercer lugar entre las naciones de América Latina con mayor tasa de feminicidios, sólo por detrás de Honduras y Guatemala, lo que se atribuye a la carencia de un sistema de educación, protección y vía de consecuencias disuasivas para prevenir la violencia de género.
Es cruento también el discrimen que sufre la mujer nativa en los ámbitos políticos y laborales, al punto que los partidos no cumplen con la mentada cuota femenina para los cargos electivos, ni los gobiernos confieren equidad en los nombramientos a puestos de dirección en la administración pública.
A pesar de tantos escollos y de la prevalencia de una cultura de violencia y discriminación en su contra, la mujer dominicana desbroza caminos y espacios hasta alcanzar cimeros peldaños en todas las áreas públicas o privadas antes reservadas a los hombres.
El liderazgo femenino sobresale en la academia, ciencia, educación, política, finanzas, en la dirección de organismos internacionales y en la gestión comunitaria, sin renunciar a su sagrada misión de madre, esposa e hija, por lo que puede decirse que la consolidación del espacio democrático, de la convivencia social y del crecimiento económico tienen relación directa con el liderazgo femenino.
La sociedad toda ha de reverenciar hoy y todos los días a ese ser maravilloso, que posee el don de la maternidad y que anida en su corazón las inagotables fuentes de valor, inteligencia, amor, perdón, solidaridad, comprensión y sacrificio. ¡Loor a la mujer!