Editorial

Los alumnos de Pensilvania

Los alumnos de Pensilvania

El llamado “Descubrimiento de América”, del que hoy se cumplen 517 años,  es un episodio cuya constante revisión amenaza con cambiar a ojos de presentes generaciones el objetivo de esa empresa y el papel asumido por su  principal protagonista, Cristóbal Colón.

Aunque el término “descubrimiento” ha sido sustituido en muchos textos de historia por el de “encuentro de dos culturas”, al paso de los años se consolida la tesis de que no fue más que una  empresa de aventureros, que con incierta proa hacia Oriente, tropezaron con tierra  desconocida en Occidente.

Más que el resultado de un  genio de la mar océana, en universidades y escuelas se difunde el criterio más cercano a la realidad de que  se trató de  que la llegada de Colón junto a su recua de convictos  dio inicio a una inhumana  colonización donde la cruz justificó a la espada.

¿Cómo celebrar hoy el “día de las razas” o del “descubrimiento”, cuando se sabe que las hordas de conquistadores  extinguieron etnias e  instauraron  cruentas formas de esclavitud?

Quizás por tan pesado fardo de crímenes y despojos, en España no se conmemora hoy el “descubrimiento”, sino que el feriado ha sido denominado “Día Nacional”.

Los alumnos de  escuela primaria de Pensilvania, Estados Unidos,  enjuiciaron  a Colón por robo y  representación fraudulenta  y tras encontrarlo culpable lo condenaron a prisión perpetua. El prevenido aguarda por una condena similar en el juicio que  tiene pendiente en el tribunal de la historia.

En defensa de tan polémico personaje y su aventura, puede decirse que la América exhibe hoy con legítimo orgullo  idioma y rica cultura de herencia hispánica, aunque la balanza se inclina  ante el peso  de los saqueos y de las enfermedades que diezmaron poblaciones  enteras.

El episodio histórico del “Descubrimiento de América” debería ser  desmitificado y colocado en su justa dimensión, tras lo cual seguramente todo el continente revalidaría la condena a prisión perpetua impuesta a Cristóbal Colón por los  alumnos de Pensilvania.

 Y el Faro podría convertirse en un lujoso restaurante.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación