Opinión

Magín Díaz

Magín Díaz

Cuando designaron al señor Magín Díaz en la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) le pregunté a varios periodistas y dirigentes políticos sobre su procedencia; a qué organismo del Partido de la Liberación Dominicana pertenecía; si era médico, abogado, odontólogo, sastre, mecánico o economista.

Me dijeron que no era del PLD, que se trataba de “un técnico seco” de mucho nivel profesional y experiencia, de bajo perfil, cuya misión era aumentar las recaudaciones poniendo los controles de rigor y evitar las evasiones que permiten los déficits de la economía.

Les comenté que esa tarea no podían cumplirlas Superman, Batman, Linterna Verde, el Hombre Invisible, la Mujer Maravilla, Aquaman, ni los demás miembros de “La Liga de la Justicia” en un Estado estructurado para el clientelismo, el tráfico de influencias, el contrabando y la evasión de impuestos, que era necesario una voluntad política que no existe.

Aunque el presidente de la República quiera, porque las circunstancias económicas del país lo obliguen, no puede hacer que todos, los de abajo y los de arriba, paguen sus impuestos como ordena la ley. La política se lo impide. Un candidato, convertido en presidente, llega al poder atado de pies y manos por los compromisos hechos en la campaña electoral.

Es de todos sabido que los votantes no eligen senadores, diputados, alcaldes ni presidentes, lo hacen quienes ponen el dinero, es decir los que financian a esos señores. ¡Y no lo hacen por amor a la patria!
Por lo que leo en la prensa al señor Díaz el elemento político partidario no le importa o le importa poco. “La política no cabe en la azucarera”, dice Carlos Varela en una canción. Si no hay dinero es imposible resolver los problemas sociales. Sin recaudación no hay educación, salud, etc., etc.

Pero sucede que en este país existe la cultura del fraude, no solo electoral, sino fiscal. Nadie quiere pagar, unos porque dicen que los funcionarios se lo roban, otros, porque aumentan sus fortunas con la evasión sin ninguna consecuencia.

El colega Esteban Rosario escribió el libro “El Estado y los empresarios” que vale la pena leer junto con “Los dueños de la República Dominicana”, entre otros de igual naturaleza, que no sé cómo sigue vivo. (El que no los ha leído que los lea y el que los leyó que los vuelva a leer detenidamente).

El cantor y poeta español Joaquín Sabina, dice que le preocupa el papa Francisco, porque “contrario a sus antecesores, éste parece creer en Dios”. No me atrevo a decir tanto sobre los antecesores del señor Magín Díaz, pero me ocurre algo parecido. Ese funcionario parece –por lo que veo y leo- que desea aumentar sustancialmente las recaudaciones, que, si no llegan donde tienen que llegar, ya no es su responsabilidad.

El Nacional

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