Las intensas lluvias sobre gran parte del territorio nacional han causado un muerto, el desplazamiento de más de dos mil 500 personas y daños o destrucción de unas 115 viviendas, situación que amenaza con empeorar en al menos 23 provincias.
Los sistemas de alerta por riesgo de inundaciones o deslizamientos han sido activados en todas las regiones, Distrito Nacional y provincia Santo Domingo, lo que obliga a la ciudadanía a seguir al pie de la letra los avisos de advertencia que emiten los organismos de socorro y prevención.
La Oficina de Meteorología monitorea lo que define como una fuerte zona de aguaceros y tormentas eléctricas que presenta un potencial para alcanzar categoría de ciclón tropical, disturbio asociado a una activa onda tropical localizada en la zona Este.
El mal tiempo obliga a las autoridades a mudar varios pasos hacia adelante en ejecución de programas de prevención y auxilio a familias asentadas en zonas vulnerables.
Se cuentan por millares las viviendas levantadas a orillas de ríos y cañadas, o en zonas proclives a deslizamientos o derrumbes, lo que multiplica el riesgo de muerte a causa de los intensos aguaceros.
Lo deseable sería que, sin protagonismo desmedido, instituciones a cargo de prevención y socorro coordinen labores de desmovilización de familias todavía ubicadas en zonas de peligro, además proveer a damnificados de alimentos, medicinas y frazadas.
El Comité de Operación de Presas ha debido ser activado a los fines de monitorear los niveles de agua en los embalses y evitar así tragedias como las acaecidas en Santiago, Línea Noroeste y la zona de La Mezopotamia, en San Juan de la Maguana, a causa de desbordamiento de ríos por abruptos desagües de las presas.
La debida obediencia ciudadana ante las recomendaciones de las autoridades evitaría que las intensas lluvias causen mayores daños y, sobre todo, pérdida de vidas humanas.