Managua, (EFE).- Miles de personas salieron este jueves a las calles de Masaya, en el Pacífico de Nicaragua, para mostrar su repudio contra el presidente Daniel Ortega, a pesar de la intimidación de la Policía Nacional.
Los manifestantes recorrieron las principales calles de la ciudad, de forma pacífica, para emular la marcha “Juntos somos un volcán”, realizada este jueves en Managua, cuando fueron intimidados por un grupo de policías y parapolicías, denunció el Movimiento 19 de Abril Masaya.
“Hubo un momento en que la marcha iba a pasar frente a un grupo de policías y encapuchados, nos dijeron que pasáramos con las manos en alto para mostrar que no estábamos armados, cuando ya habíamos pasado amenazaron con disparar, pero no lo hicieron porque vieron los celulares grabando”, dijo a Efe una integrante del Movimiento.
Masaya es una de las localidades más afectadas por los ataques de las “fuerzas combinadas” del Gobierno, que han dejado al menos 351 personas muertas desde el 18 de abril pasado, 35 de ellas en la llamada “ciudad de las flores».
El recorrido de la marcha incluyó una visita a la familia del niño Junior Gaitán, quien en junio pasado rogó de rodillas a un policía para que no lo matara, pese a lo cual fue asesinado, según testigos.
Al grito de «¡no estás solo, el pueblo está con vos!”, los manifestantes también visitaron la vivienda del líder del Movimiento, Yubrank Suazo, que fue quemada la semana pasada, supuestamente por las “fuerzas combinadas” del Gobierno.
“Vamos a vencer a esas fuerzas represoras, no con el odio, no con el rencor, sino construyendo una mejor Nicaragua, donde se respete la libertad de pensamiento, el derecho a ser joven, a pensar diferente”, dijo Suazo, antes de romper en llanto junto a las paredes de su casa, superado por la emoción.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) han responsabilizado al Gobierno de Ortega por graves violaciones a los derechos humanos.
Desde el 18 de abril pasado Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta de su historia en tiempos de paz y la más cruda desde la década de los años 1980, también con Ortega siendo presidente.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, se iniciaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.