Pasmosamente, todavía nuestros legisladores se muestran insensibles ante la cruel e irracional deuda social para con las mujeres pobres. Los numerosos casos de feminicidios, las altas tasas de muertes maternas, la negación a una educación sexual integral y la penalización por la interrupción del embarazo (aun atendiendo a tres causales), parecen no ser suficientes para tomar acciones y por consiguiente forzándolas a movilizarse para exigir leyes que garanticen sus derechos sexuales y reproductivos.
Bajo el lema: “Por la vida, la salud y la dignidad de las mujeres” unas 80 organizaciones participan hoy en una caminata que inicia a las 9:00 de la mañana, partiendo de la plazoleta que está frente al Colegio Médico Dominicano. La aprobación del aborto terapéutico atendiendo a las tres causales y el rechazo al proyecto de ley que pretende sacar el tema del aborto del Código Penal son algunas de las demandas de esta jornada que concluye frente a las oficinas del Congreso.
Es igualmente incomprensible, el proceder de nuestras autoridades eclesiásticas, que se empecinan en seguir imponiendo sus dogmas para negar a las mujeres un reclamo, sobre el cual más de 75% de la población (incluyendo algunas asociaciones cristianas) dicen estar de acuerdo. ¿De dónde viene esa actitud arrogante e irracional, que inclusive va mas allá de las leyes restrictivas que imperan en algunos países con regímenes confesionales ortodoxos?
En la Biblia, no hay ninguna declaración contraria a las tres causales del aborto, pero sí una amplia tradición cristiana que entiende como necesaria la interrupción de embarazos que amenacen la integridad de la mujer. ¿Acaso no son estas, criaturas de Dios, que merecen vivir con dignidad y plena salud? ¿Por qué seguir las orientaciones de grupos que se proclaman defensores de la vida, que tienden a despreciar la vida de las mujeres y solo les importa la vida del embrión y del feto?
Los que hoy nos movilizamos, lo hacemos bajo la firme convicción de que es urgente una legislación moderna que proteja la vida, salud y dignidad de las mujeres, que son nuestras madres, hermanas e hijas.
Las evidencias científicas indican que las leyes restrictivas no reducen los abortos, sino que los aumenta y se convierten en clandestinos e inseguros, perjudicando sobre todo a las más pobres. Señores legisladores déjense de pendejadas e integren cabalmente en el Código Penal la observación Presidencial de 2016.