Opinión

Marx actual

Marx actual

Narciso Isa Conde

Homenaje al barbudo mayor en sus doscientos años de vida, ya que no hay forma de matarlo; menos de negarle actualidad a su pensamiento impugnador del capitalismo: un homenaje que consiste en contribuir a vencer disturbios y entuertos ideológicos que obstruyen su propuesta socialista-comunista.

El “socialismo real” se derrumbó por déficits claves en no pocas vertientes de su construcción, ocasionando nocivos impactos todavía no superados. El Partido Comunista Chino construye el capitalismo en su fase imperialista y Viet-Nam ya no expresa su heroico anti-imperialismo.

Pero hay más. La dirección de FARC-EP aceptó el desarme unilateral con el Estado Terrorista aun intacto, con paramilitares activos y siete bases gringas instaladas en su territorio. Gobiernos y líderes de procesos de cambios esperanzadores han quedado atrapados en las redes de la corrupción y no se han atrevido a profundizar las transformaciones emprendidas.

Ciertos socialismos del siglo XXI siguen contemporizando con el capitalismo en medio de una implacable contraofensiva imperialista y no han faltado “izquierdas” y “progresismos” aliados a la corruptela de Odebrecht y corporaciones parecidas. Sus empeños reeleccionistas, con acompañamientos clientelistas y privilegios injustificables, se parecen demasiado a las prácticas de las derechas; sin que falten triquiñuelas legales para imponerlos y prácticas de nepotismos a nombre de la revolución.

Esos afanes a veces incluyen medidas neoliberales y pactos con cúpulas eclesiales para aplastar los derechos de las mujeres. El pragmatismo estropea la ética revolucionaria. El conservadurismo embota la lucha contra el gran capital que da sustento a las fuerzas neofascistas desestabilizadoras.

Las banderas oficiales del petismo, efemelenismo y sandinismo, por ejemplo, lucen desteñidas. El accionar de gobiernos que generaron nuevas esperanzas es defensivo, salvo la iniciativa de la nueva Constituyente en Venezuela.

Estados con nuevos inquilinos, burocracias y neo-partidocracias revestidas de colores contestatarios y lenguaje revolucionario, tienden a frenar o tragarse transformaciones estructurales imperiosas; quedándose patinando en el reformismo.

A cualquier cosa se la llama izquierda y cualquier medida se califica de socialista o comunista, por lo que urge desmontar construcciones ideológicas que confunden y entrampan.

Hay que volver a la creatividad y ética de Marx y demás grandes pensadores-luchadores/as históricamente comprometidos/as con la superación del capitalismo y todas las opresiones; incorporando lo nuevo que encierra su putrefacción y decadencia, las enseñanzas de las luchas libradas, sus reveses y victorias, avances y fracasos; para recrear lo nuevo y lo distinto a este mundo al que los dominadores de hoy le imponen una ruta perversa y destructiva.

El Nacional

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