Empezando el mes de marzo, emblemático para las mujeres por la conmemoración del «Día Internacional de la Mujer, el próximo día 8», resaltamos la coincidencia del lema establecido por las Naciones Unidas este año, con nuestro proceso de elecciones al mes de mayo.
«Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género», un desafío para el mundo y una exigencia a nuestros países de la región, donde la brecha de género en consonancia con las grandes desigualdades que exhiben, obligan a mayores esfuerzos de parte de los poderes y la ciudadanía.
En la realidad dominicana, de acuerdo al padrón electoral, las mujeres somos la mayoría, un 51% del total de votantes, agregando que el 42 % de este padrón, está conformado por personas adultas menores de 35 años, es decir que el perfil de la persona votante es esta próximas elecciones, es mujer joven.
Sin embargo, las acciones de los partidos, sobre todo mayoritarios, no reflejan la meta ideal de estas organizaciones políticas, que es la de articular las demandas de la ciudadanía y en ese contexto, identificar los problemas que quienes sufragamos aspiramos sean resueltos por el sistema político. Estos partidos han optado por ignorar demandas y menesteres para negociar espacios, desertar y circular de uno a otro, donde el «mejor postor», es fin y medio.
Los partidos llamados pequeños, se benefician de las carencias -cada vez más notorias- de los oficiales y unas veces mejor y otras menos, recuerdan que el papel de la oposición son las tareas de control y fiscalización. Además, entre estos partidos hay candidaturas bien interesantes para las mujeres, como es la primera candidata dominicana a la presidencia, Minou Tavárez Mirabal, que presentan una programación más inclusiva de la diversidad ciudadana.
Ni siquiera en nuestro país llegamos a la cuota electoral legal de 33% para el Congreso: tenemos un 20.8% en la Cámara de Diputados y Diputadas, y en el Senado, no llegamos a 10%, pero si tenemos una Presidenta en esta última cámara, sin que eso asegure una perspectiva de género en las decisiones asumidas.
La política dominicana sigue atrasada y no entiende que la democracia y su desarrollo, es observar las necesidades sociales como si fueran carencias de la misma democracia. La desigualdad y la pobreza, sobre todo de género, son déficits democráticos y resolverlos es un deber en el sistema.
A los partidos políticos, no les queda más remedio que repensar sus estrategias, aunque sea en el último tramo electoral!