Opinión

Mi voz escrita

Mi voz escrita

 ¿Retaliación?
La decisión de los miembros de la Cámara de Cuentas  de devolver los valores que por concepto de Regalía e inexplicables incentivos pretendían apropiarse, violando elementales normas de pulcritud y transparencia, desdice  de su conducta en el manejo de los bienes públicos, pero más de la presidenta, doctora Licelot Marte, a quien se suponía más delicada y prudente.

Desde el punto de vista legal,  la acción de los aún flamantes miembros de la Cámara de Cuentas es un desfalco. Hay desfachatez en su pretensión de obtener el beneficio de un olvido atípico, como el que sugiere el infeliz “borrón y cuenta nueva”, no con el arrepentimiento, sino con una descarada hipocresía que apenas lo insinúa, luego de la “indelicada violación cometida por su pleno con la apropiación de más de 5 millones de pesos en pago de “regalía pascual e incentivos”.

  La infracción está consignada en el artículo 171 del Código Penal.

  Víctor Charles Dunlop en “Derecho Penal Especial” la tipifica con los cinco elementos constitutivos del delito. que prescribe el artículo 169: 1) Calidad de depositario público, 2) Acto material de distracción, 3) Sustracción  de valores, 4) Delito de funciones y 5) Intención fraudulenta. El artículo 172 dispone que: “si antes de haberse denunciado el caso a la Justicia, se reparase en cualquier forma que sea el daño causado, o se reintegrase el dinero, la pena será la de no menos de un año de prisión correccional y la inhabilitación para desempeñar cualquier cargo público durante cuatro años”.

De lo único que han quedado exentos los miembros de la Cámara de Cuentas es del castigo que contempla el mismo artículo 172, si eventualmente un tribunal competente hubiera evacuado una sentencia culposa: “una multa no menor de la suma desfalcada y no mayor de tres veces dicha cantidad y con la pena de reclusión”. Si “se salen con la suya”, y no se aplica la ley,  se sentaría un nefando precedente.

De modo que los ambiciosos, aunque cretinos titulares, con su tardía reacción, a despecho de una arrogancia fracasada, son pasibles de destitución por el Senado (artículo 23.4, Carta Magna) y de ser enviados a la Suprema Corte de Justicia (artículo 67, Carta Magna) para que les imponga el castigo que prescribe el artículo 172. Los “honorables” diputados deben dejar su actitud timorata, y aprestarse a motivar la interpelación del Senado. Por supuesto, si detrás de su complaciente y sospechosa tolerancia, no se esconde algún interés.

Ahora bien,  no todo está claro. Y no me refiero al chisme de la real o supuesta carta del doctor Víctor Gómez Bergés. Tengo informes sobre un plan millonario de relaciones públicas que le habría propuesto su hijo, Víctor Gómez Casanova, a la doctora Marte, “para limpiar la imagen de la Cámara de Cuentas”, y que ésta le habría dicho: “Gracias Víctor, pero yo la limpiaré con mi trabajo”. Sería saludable que  se aclare, porque, aunque la denuncia resultó  provechosa, devendría retaliativa, y habría que descartar el buen propósito.

El Nacional

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