Opinión

Miguel y Hipólito

Miguel y Hipólito

Miguel Vargas y Hipólito Mejía, enfrentados hoy por la candidatura presidencial para el 2012, han sido y son grandes amigos. El primero amplía ventajas, con un discurso directo y agresivo, colocándose a la ofensiva en el tramo final. La unidad en la diversidad, no sólo es posible. Mejor aún, activa el ánimo de  superación, como ocurre ahora en el PRD.

En un tono enérgico y seguro arrancó el aplauso y puso de pie a los miles de presentes y espectadores. Brillante y destacado funcionario durante el cuatrienio encabezado por Mejía del 2000 al 2004, debió estar agradecido por tan alta distinción. Asumió su rol, insuperable y responsablemente. ¿Hay una manera más honrosa  de mostrar lealtad y gratitud?

 Asomarán diferencias, coyunturales como es natural en toda contienda, más sentidas todavía en una agrupación fuera del poder por casi una década.

Nadie pone en duda que, transcurrida la convención del 6 de marzo, marcharán unidos.

A Miguel le sobran motivos para estar satisfecho de su debut como presidente del PRD. A pesar de no ser electo Presidente en el año 2008, con 40.5% de los votos, apuntaló sus fuerzas al grado rescatar la confianza de los perredeístas debido a la derrota del 2004 (33.65% de los votos). Sostiene la línea ascendente de este partido hasta colocarlo en la primera posición en las pasadas elecciones de medio término.

Este es, por supuesto, la antesala de un par de artículos en los que me ocuparé del discurso de Miguel en la formal presentación de la candidatura presidencial, mostrando un dominio escénico extraordinario, elevando vigorosamente el tono del debate frente al gobierno y la minoría reeleccionista dentro del PLD.

Es una muestra inequívoca de que Miguel tiene a su favor las fuerzas perredeístas, manteniendo la línea ascendente emprendida hace seis años.

El Nacional

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