Vivir es poesía
Parafraseando a Bécquer:
“Mientras la humanidad siempre avanzando. No sepa a dó camina; Mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡Habrá poesía!”
Nuestros gobiernos todavía promuevan la enseñanza de la costura solo a las mujeres, para convertirlas en expertas a la hora de preparar las canastilla para los recién nacidos. A los hombres se les enseña, por activa y por pasiva, que cuidar a otros es cosa de mujeres. Para ellos está reservado el poder.
Es llamado “techo de cristal” a aquellas barreras que impiden a las mujeres, de manera consiente e inconsciente llegar a los puestos de poder. Es una de las caras de opresión del patriarcado. Una educación sustentada en una cultura machista es una trampa a las mujeres.
Nada más incierto, que a medida que pasan los años disminuye la desigualdad, no es cuestión de tiempo. Se impone el techo de cristal. El cual puede ser interno (no podemos ir más allá porque las responsabilidades familiares y domésticas que la sociedad nos atribuye, y que es tan difícil de rechazar, nos la impiden), y externo (no llegamos más lejos porque los hombres, que tienen el poder, son reacios a a compartirlo).
La cultura machista legitima y naturaliza la desigualdad. Las diferencias de oportunidades entre hombres y mujeres es vista como normal, como ha sido, es y tiene que ser. Es una verdad absoluta.
La principal causa de deserción escolar es el embarazo en niñas y adolescentes. Un embarazo, en la mayoría de los casos producto de una violación o incesto. Las niñas postergan sus planes, o por designio divino les corresponde dedicarse a cuidar a otros por el resto de sus vidas.
A pesar de las dificultades, el 70 por ciento de la matricula universitaria en todo el país esta constituida por mujeres. Llama la atención y genera impotencia que ante el mismo puesto de trabajo y por la misma preparación los hombres ganen más que las mujeres, conocido esto como Brecha Salarial.
Los indicadores de equidad de género son materia pendiente. La irrisoria muestra de mujeres en los ámbitos de poder lo demuestra, de 22 Ministerios del Gobierno, solo cuatro son dirigidos por mujeres.
El feminicidio, el último eslabón de la violencia contra las mujeres, el incremento de la prostitución, la trata de mujeres, la feminización de la pobreza, la responsabilidad casi exclusiva del trabajo gratuito en tareas domésticas son indicadores que evidencian lo lejos que estamos de lograr la equidad de género.
Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran;
Mientras seamos capaces de indignarnos ante las desigualdades
habrá poesía.