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Orto-escritura

Orto-escritura

¿Cambia usted el nombre del árbol por el del fruto?
Algo que ha merecido poca atención de los estudiosos del habla dominicana es la tendencia a sustituir el nombre de los árboles por una perífrasis nominal en la que la palabra clave es el fruto del árbol de que se trate: Mata de naranja, en lugar de naranjo.

El vocablo /mata/ es preferido frente a /árbol/ en el habla cotidiana, aunque esta última tiene plena presencia en la lengua culta: “Árboles de la villa blanca de San Carlos…cipos fantásticos de mi nostálgica necrópoli ideal, yo he cincelado en vuestras cortezas y en mi alma: no hay que perder la esperanza… “(Vigil Díaz).

El Diccionario de la lengua española define la voz mata de este modo: “1. f. Planta que vive varios años y tiene tallo bajo, ramificado y leñoso. 2. f. Planta de poca alzada o tamaño”.
De acuerdo con estas acepciones, matas serían las de tomate, berenjena o las de rosas.

En cambio, el vocablo árbol se explica como “1. m. Planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo”. Las palabras que marcan la diferencia: la mata es de poco tamaño y duración relativamente breve, el árbol es alto y perenne.

Con todo y eso, preferimos la forma mata y con ella nombramos a los árboles, importantizando sobre éstos el fruto que paren. Equivale a mencionar a una persona a partir de la relación con su hijo: El papá de Luis Abinader. (Referencia al doctor José R. Abinader, quien era el árbol, Luis es el fruto).

Los diccionarios definen los frutos conforme a su procedencia de una planta determinada. Papaya: fruto del papayo; naranja: fruto del naranjo. Papaya es descrita como “…generalmente de forma oblonga, hueco y que encierra las semillas en su concavidad. La parte mollar, semejante a la del melón, es amarilla y dulce, y de él se hace, cuando verde, una confitura muy estimada”. Sin duda que se refiere a lo que aquí llamamos lechosa.
Níspero, el árbol

Hace décadas, cuando ingresé a estudiar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, encontré en “El español en Santo Domingo”, ya clásica obra de Pedro Henríquez Ureña, su apreciación sobre el nombre níspero. Apunta el maestro: “En Santo Domingo se le ha aplicado el nombre de níspero (o míspero en parte del Cibao) al zapotillo o chicozapote”.

El Diccionario académico presenta la siguiente definición de la voz níspero: “1. m. Árbol de la familia de las rosáceas, con tronco tortuoso, delgado y de ramas abiertas y algo espinosas, hojas pecioladas, grandes, elípticas, duras, enteras o dentadas en la mitad superior, verdes por el haz y lanuginosas por el envés; flores blancas, axilares y casi sentadas. Es espontáneo, pero también se cultiva”.

Una segunda acepción indica que también el fruto recibe este nombre: “Fruto del níspero (…), aovado, amarillento, rojizo, de unos tres centímetros de diámetro, coronado por las lacinias del cáliz, duro y acerbo cuando se desprende del árbol; blando, pulposo, dulce y comestible cuando está fermentado”.

Al fruto del níspero (árbol) en algunos países se llama níspola, aquí se disfruta una fruta jugosa y apetecible que llamamos níspero.
Volveremos con los nombres de los árboles.

El Nacional

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