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Orto-escritura

Orto-escritura

Otros casos de adjetivos salidos
de orden

En atención a las críticas de un amigo, quien suele tildarme de purista del idioma, lo que en política viene siendo un conservador, me permito señalar que no siempre el uso del adjetivo en función de sustantivo está incorrecto.

Las necesidades de comunicación imponen usos que luego las academias registran e incorporan al Diccionario. Así, palabras que originalmente expresan cualidades aplicables a personas o cosas, las empleamos para nombrar a esos seres u objetos.

El cojo, el mentiroso, el tuerto, el ciego, un digital, mi celular, el viejo, el jorobado, el beato, un reverendo son todos adjetivos que empleamos como sustantivos sin recordar su función original. El adjetivo, en su función como tal, debe acompañar a un sustantivo y le es tan fiel que asume el género y el número del mismo: Un caballo cojo; Los hombres mentirosos; Un gallo tuerto; La mujer ciega; Un periódico digital, Perdí mi teléfono celular; El carro viejo no llega lejos; Un hombre jorobado; El beato Juan Pablo II; El reverendo sacerdote.
Los adjetivos derivados de algunos verbos sirven para nombrar oficios, así como máquinas y utensilios con los que se realizan determinados trabajos. Todos los hablantes tenemos derecho a nombrar aparatos o herramientas cuyo nombre se desconoce o viene de otra lengua. Basta con derivarlo de la función del objeto. Mire estos ejemplos: ascensor o elevador ( de ascender y elevar), afeitador (de afeitar), aspirador o aspiradora (de aspirar), grabador o grabadora (de grabar), computador o computadora (de computar), compresor (de comprimir), lavadora (de lavar), licuadora (de licuar), mecedora (de mecer), móvil (de mover), refrigerador (de refrigerar), secador (de pelo, se secar), secadora (de ropa, de secar), despulpadora (de despulpar), tostadora (de tostar).
El vocablo automóvil se compuso para indicar la cualidad de un objeto que se mueve por sí mismo. Pero ha pasado a ser sinónimo de carro o coche. Lo que era originalmente una cualificación admite ser modificado por otros vocablos calificadores: automóvil compacto, convertible, deportivo, público o privado. Esos adjetivos, y muchos otros en esta rama se emplean en la lengua coloquial prescindiendo del sustantivo.
En la gastronomía encontraremos unos vocablos que de tanto funcionar como adjetivos se confunden con ellos: aperitivo (plato inicial, plato aperitivo), asado, batida, cocido, empanada, hamburguesa, helado, sofrito. Todos son adjetivos que han ido prescindiendo del sustantivo al que se refieren.
En los deportes se mueven unos adjetivos, que han adquirido el poder de nombrar determinadas competencias y eventos: un abierto de tenis; un triangular de baloncesto; la eliminatoria; la final, un interzonal; el mundial; la semifinal; un interprovincial…En cada caso ha faltado el sustantivo: torneo, serie o competencia.
El beisbol, adaptado a nuestra cultura, también se ha valido de numerosos adjetivos para designar acciones y funciones. En primer lugar tenemos las jugadas que realiza un bateador, según la intensidad con que haya golpeado la bola: sencillo, doble, triple, cuadrangular, elevado. Lo segundo, las funciones de los jugadores: bateador, lanzador, receptor. ¿Qué decir del jugador que destaca bateando jonrones? Tiene la cualidad de ser jonronero, vocablo que ha devenido en sustantivo.
“El adjetivo cuando no da vida mata”, ha proclamado el poeta Vicente Huidobro. Los buenos escritores y los periodistas suelen verlo con menosprecio, pero el adjetivo resulta menos inútil de lo que parece. Ya para colmo, la palabra /sustantivo/ es un adjetivo. Así lo define el Diccionario de la lengua española: 1. adj. Que tiene existencia real, independiente, individual. 2. adj. Importante, fundamental, esencial.
No siempre el adjetivo anda fuera de orden.

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