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Orto-escritura: Masculino, femenino y otros detalles

Orto-escritura: Masculino, femenino y otros detalles

Lo habitual en español es que los sustantivos sean masculinos o femeninos. Si se trata de seres animados, lo común es que el sustantivo adopte una forma específica para cada uno de los dos géneros gramaticales, en correspondencia con la distinción biológica de sexos.

Esta diferenciación puede hacerse por el uso de terminaciones añadidas a una misma raíz, como ocurre, por ejemplo, en gato/gata, profesor/profesora, niño/niña, conde/condesa, zar/zarina. También puede ser por el uso de palabras de distinta raíz según el sexo del sujeto de que se trate como ocurre en hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera.

Si el referente del sustantivo es un objeto inanimado, lo normal es que sea solo masculino (cuadro, año, árbol) o solo femenino (casa, calle, democracia).

Veamos unos casos que se salen de los patrones antes mencionados. Me refiero a sustantivos terminados en –z (zeta) o en –l (ele). La norma académica ha establecido que si el vocablo masculino termina en una de estas consonantes “son normales y correctas” las formas invariables.

Así, será correcto anteponer el artículo /la/ a las palabras juez, concejal, apóstol, fiscal, alférez, oficial, coronel, general, albañil, aprendiz, edil, mariscal… para formar el femenino, vale decir cuando se trata de una mujer quien ejerce alguna de estas funciones.

Cobra cierto auge la tendencia a formar el femenino agregando la vocal –a al final de la palabra, sobre todo en voces como juez/ jueza, concejal/concejala, coronel/coronela, general/generala, albañil/albañila, aprendiz/ aprendiza. Los hablantes son los dueños del idioma, por eso el uso generalizado puede determinar la variación de las reglas.

Es importante, sin embargo, observar cierta mesura frente a la ola de innovaciones que determinados grupos – ¿y determinadas grupas?- quieren imponer en nuestra lengua. Las variaciones, en primer lugar, deben ajustarse al perfil del español, sin que su aplicación provoque incisiones.

La palabra coronel, por ejemplo, resulta fácil convertirla en femenino agregando –a, pero es preferible emplearla para el masculino y para el femenino y que los elementos variantes que la acompañen indiquen el género de la persona de quien se habla: La coronel Matos; el coronel Peralta.

Respecto de la voz mariscal, el Diccionario de la lengua española especifica que es masculina. Transcribo la primera acepción de esta palabra:
m. En la milicia antigua, oficial muy importante, inferior al condestable, que era juez del Ejército y tenía a su cargo el castigo de los delitos y el gobierno económico, y cuyo título conservaron luego los sucesores de los que lo habían sido en los reinos de Castilla, Andalucía, etc.

En algunos países se emplea /fiscala/ para referirse a la mujer que representa y ejerce el ministerio público en los tribunales. En nuestro país seguimos apegados a la mejor tradición: La nueva fiscal Rosalba Ramos…También tenemos una procuradora fiscal en Santiago.

La voz fiscal es también adjetivo y como tal no varía nunca su terminación por el género: procuradora fiscal, paquete fiscal, política fiscal. Lo mismo ocurre con las voces oficial y general. Como sustantivos hacen el femenino con la anteposición de los artículos –la o -una: Es una oficial correcta y disciplinada. Es una general del Ejército.

En algún caso, se ha introducido el vocablo /oficiala/, incorporado por el Diccionario académico, con el siguiente significado: “m y f. Persona que se ocupa o trabaja en un oficio”. En cuanto a /generala/ resulta curioso lo que apunta el código oficial de nuestra lengua. Lo cito a continuación: “1. f. Mil. Toque de tambor, corneta o clarín para que las fuerzas de una guarnición o campo se pongan sobre las armas. 2. f. Arg. y Bol. Advocación de la Virgen reconocida con el grado militar de general. 3. f. coloq. p. us. Mujer del general”.
Gracias por su lectura. Hasta el próximo domingo.

El Nacional

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