La reelección es, sin duda, la meta de Leonel Fernández. Para repostularse, tiene que modificar la Constitución, y, en consecuencia, trata de convencer a la clase dominante de que no alteraría con ello la estabilidad. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la publicidad en torno al monitoreo constante de ese organismo, constituyen esfuerzos en esa dirección.
Al ordenar suscribir el pacto con el FMI, Leonel Fernández se muestra receptivo a las sugerencias de los economistas del Partido Revolucionario Dominicano, quienes aseguraban que sólo el programa fondomonetarista salvaría la economía.
No tuvo que pactar con el grupo de Miguel Vargas o con el de Hipólito Mejía, porque la cúpula del PRD como conjunto está comprometida con la clase dominante, y suscribe los reclamos que hacen las organizaciones empresariales (Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, Anje; Consejo Nacional de la Empresa Privada, Conep; Cámara Americana de Comercio, Confederación Patronal, Copardom ).
La receta económica del FMI, una JCE comprometida y un Senado obediente, son elementos que Leonel Fernández utiliza para convencer a la clase dominante de que puede modificar la Constitución. Senadores y diputados están llamados a obedecer, pues están integrados en asociación politiquera, y a esto se añade, en muchos casos, alguna deuda particular por impunidad o por prebendas.
Asociarse en la politiquería es práctica obligatoria para conservar privilegios de grupos, aunque la competencia por el favor de la clase dominante obliga al gobernante a presentarse ante la misma como una opción más confiable que Danilo Medina, Miguel Vargas, Hipólito Mejía, Carlos Morales Troncoso o algún engendro de ultraderecha (Pelegrín Castillo o Guido Gómez, por ejemplo, grises y desacreditados, pero activos), apadrinado por quienes entienden que hacen falta más actores para el montaje electorero.
Eso explica el tono de sus declaraciones sobre la deuda externa (atribuye a su equipo mejor manejo) y el hecho de que calificara como equilibrada la nueva JCE.
En la lista de factores bajo su control, la condición de jefe del sistema de partidos (una jefatura que no es exactamente como la que ejerció Joaquín Balaguer, pero también resulta del chantaje) es determinante. Por eso silencia a los disidentes en el PLD y manipula al PRD, al PRSC y a los otros partidos; compra dirigentes y pacta con grupos.
Y no es casual que coloque en posiciones públicas a quienes han hablado con descaro de reelección, como Freddy Pérez y Héctor Rodríguez Pimentel… La clase dominante no le exige colaboradores probos, sino sustentadores d el esquema de dominación… El discurso de renovación es sólo pose para una pésima farsa…