La patria es la tierra donde hemos nacido, y a la que estamos vinculados por un sentimiento de amor y de sacrificios. Esto envuelve un conjunto de elementos, entre los cuales la sociedad constituye el eje principal.
La patria, en consecuencia, sería una ficción si, al momento de conceptualizarla, no le agregamos el factor humano, que es el que, en definitiva, termina dándole una verdadera definición.
La patria es, en síntesis, la sumatoria del territorio y de la gente que lo habita.
El 23 de febrero de 1844; el 16 de agosto de 1863; el 30 de mayo de 1961; el 24 de abril de 1965; fechas conmemorativas de la Independencia Nacional, la Restauración de la República, el ajusticiamiento de Trujillo, y el intento de retorno a la constitucionalidad, entre otras efemérides, han sido coyunturas excepcionales que han puesto a prueba no sólo el valor de los dominicanos, sino el nivel de compromiso y la capacidad de entrega de los hombres y mujeres que han estado a la altura de su deber en los trances nacionales.
El patriotismo no es otra cosa que la identificación con los principios y valores más cercanos a la patria. La historia ha mostrado quiénes son patriotas y quiénes patrioteros.
Hecha esta introducción, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Son las armas, el derramamiento de la sangre y el sacrificio de la vida, la única vía para ganar el título de patriota?
Creo que no. Ganada la independencia política y establecida la soberanía nacional, falta mucho camino por andar, hasta lograr la independencia económica del pueblo.
Los patriotas de nuestros tiempos, a diferencia de los de ayer, deben surgir de la camada de dominicanos, decididos a no dar tregua, en la lucha por un nuevo estado de cosas, con menos injusticias sociales, con cobertura educativa y de salud mas incluyente, con más empleos, mejor seguridad social y ciudadana, y gentes que no tengan que irse de su país para poder alimentarse.
Cuando se escriba la historia contemporánea y haya que hablar del patriotismo, habrá que ser muy cuidadosos para que en el nuevo registro no aparezcan los comerciantes y empresarios, que han hecho fortuna a expensas de la miseria de los más necesitados.
Ni los militares y policías, que se pasaron al bando de los delincuentes. Ni los funcionarios públicos que se han robado el patrimonio del Estado. Ni los que han hecho del crimen y la delincuencia su profesión favorita. Ni de otras tantos, que son la negación de los ideales Trinitarios.
En esa nueva historia, no faltarán, escritos en alto relieve, los nombres de los grandes, medianos y pequeños patriotas, que con su gallardía, temple y valor, han contribuido decididamente a mejorar la calidad de vida de los dominicanos. El partidismo, la condición social, el credo religioso, los discursos y las poses, no serán suficientes para alcanzar un espacio en la galería del nuevo patriotismo.
Igual que ayer, hoy también se puede ser patriota.