Los medios digitales, en las manos de millones de personas, están cambiando el perfil de muchas instituciones y la práctica profesional del periodismo y, por lo tanto, también la propia naturaleza de la democracia.
Los ciudadanos no solo están cambiando el periodismo. El periodismo define y redefine lo que significa ser un ciudadano en una sociedad democrática, que va más allá de simplemente elegir a quienes ejercen el poder.
La democracia requiere que los ciudadanos estén bien informados sobre las actividades del Estado, que sean suficientemente libres para expresar y debatir sus opiniones y que hayan sido educados a fin de decidir por sí mismos.
En lo que a esto se refiere, el periodismo es esencial en relación al concepto de ciudadano, como una persona libre, que no es propiedad de nadie, sino parte de un público que influye sobre la política.
De modo que como intermediario entre el ciudadano y el Estado, el periodismo no solo precede a las democracias constitucionales, sino que las hace posibles.
Los medios digitales y las redes no están transformando directamente el periodismo, pero hacen que esa transformación sea posible concediendo nuevos poderes tanto para lo bueno y como para lo malo.
Los periodistas tradicionales tienen que aprender a cómo construir y afi nar redes de informadores, gestionar comunidades de ciudadanos, reporteros y comentaristas, utilizando los medios sociales y tecnológicos para comprobar la veracidad de las historias.
Los periodistas ciudadanos necesitan entender la importancia de la verificación, de la disponibilidad de múltiples perspectivas de la misma historia y de la capacidad para contar esa historia. El desafío no consiste en mantenerse al día con las tecnologías. El desafío consiste en entender la importancia de la búsqueda de la verdad a la hora de informar.