Opinión

Pero, ¿de dónde?

Pero, ¿de dónde?

Se sabe que el déficit fiscal con que las autoridades cerraron el 2008 y estrenaron el Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos de este año, está  vinculado a las ambiciones continuistas del jefe de Estado. La diferencia, en efecto, entre los 248,887.7 millones de pesos recaudados y los 304,227.4 millones gastados a lo largo del pasado año, la explican, por un lado, los subsidios populistas a alimentos  y combustibles, y por el otro, a la expansión del gasto para sufragar la opresiva propaganda reeleccionista y remunerar el respaldo de la diáspora de tránsfugas reformistas que la misión de observadores de la OEA comprobó y denunció.

Meses después de haberse prestado a servirle al mandatario de burros carga, han represado a sus rediles para cumplir con una estrategia diseñada en Palacio, acaso como si volviendo atrás pueden enterrarse en el recuerdo las lastimosos ejemplos de oportunismo por ellos ofrecidos, y no servir de referencia para que otros los emulen en lo adelante.

Sea como fuere, e independientemente de que la reunificación del PRSC resulte útil para evitar que los perredeístas desplacen a los hijos tardíos de Juan Bosch de sus escaños de La Feria en las elecciones de mayo del 2010,  esta administración no parece interesada en mejorar su desempeño fiscal.

En medio de la crisis financiera que ha afectado sensiblemente los mercados accionarios e inmobiliarios de Estados Unidos, Europa y Asia, y que ha deprimido la demanda mundial de bienes y servicios, insiste en seguir hipertrofiando su nómina parasitaria, en tanto que en su agenda de prioridades figura la construcción de ambiciosas obras.

Para no marginarlas del presupuesto, fue necesario declarar al Estado en virtual quiebra, negándoseles las partidas que legalmente les  correspondían al Poder Judicial, a los ayuntamientos municipales y a las Secretarías de Educación y Salud. Menos aún pareció importarles que en Estados Unidos se hayan perdido más de 2 millones de empleos en  11 meses, ni que todas las proyecciones anticipen tiempos muy difíciles.

Sorprende que a raíz de la ronda de diálogos de la  “Cumbre de Fuerzas Vivas”, funcionarios del gobierno se comprometieran a ejecutar proyectos adicionales por  20 mil millones de pesos, lo que agravará esta crisis que nos abate, ya que las cuentas fiscales seguirán desequilibradas, lo que a su vez castrará la posibilidad de fomentar las condiciones que facilitan la inversión privada.

La única manera de cumplir con lo convenido en la  cumbre, es elevando el nivel de endeudamiento interno o externo, o dejando de capitalizar el Banco Central para que amortice el creciente déficit cuasi fiscal que arrastra.

Aunque sospecho que el esfuerzo podrá ser vano, tenemos que unirnos para reclamarle al gobierno que se abstenga de seguir comprometiendo el crédito nacional para cubrir su déficit, pues el capital y los intereses que g eneran los empréstitos que hoy se asumen, se pagan con el ahorro interno de mañana. Y en la medida que los compromisos financieros aumentan, se hace necesario identificar nuevas fuentes impositivas que sirvan de compensación, lo que no hace más que mutilar las condiciones que estimulan la inversión privada y la multiplicación de las plazas de trabajo.

El Nacional

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