Lo del Vaticano no son los negocios, donde sigue obteniendo las peores calificaciones. Si los casos de pederastias mancharon la imagen de la Santa Sede, los escándalos financieros van por el mismo camino.
A la remachada historia del Banco Ambrosiano ahora se agrega, como si se tratara de un nuevo capítulo, el bloqueo al uso de tarjetas de crédito dentro del pequeño Estado.
Desde el primero de este mes en tiendas, museos, supermercados, farmacias y otros establecimientos sólo se puede pagar en metálico por decisión del Banco de Italia para investigar la procedencia de unos 40 millones de euros que circularon por una cuenta abierta por el Instituto para las Obras de la Religión en una entidad alemana. Al no conocerse el titular de la cuenta ni quién la opera se hace difícil aplicar las normas sobre blanqueo.
Es lo que se ha alegado. Pero, con los problemas que ha presentado con sus operaciones financieras, el Vaticano tendrá que reflexionar. No es cuestión de fe.