Opinión

Piñata

Piñata

Entre las funciones del Congreso de la República no figura dilapidar millones de pesos del erario para que sus miembros patrocinen piñatas, por lo que se censura la decisión del presidente de la Cámara de Diputados de entregar 300 mil pesos a cada legislador para que celebren el Día de las Madres en sus demarcaciones.

Se ha dicho que esa es una práctica recurrente, por medio de la cual los diputados se agencian recursos públicos hasta para financiar la preparación de habichuelas con dulce o distribuir electrodomésticos, pero debe reiterarse que esa es una iniciativa que colisiona con la legalidad y la ética.

A diputados y senadores les corresponde legislar y cumplir con otras prerrogativas constitucionales, entre las cuales no figura el desempeñar el papel de Papá Noel o de la Madre Teresa, al menos no con dinero de los contribuyentes.

Es al Estado por vía institucional y no personal, al que corresponde proveer a todas las mujeres y sus familias de los derechos constitucionales a la salud, vivienda, educación, alimentación, trabajo y dignidad plena, por lo que si algún diputado desea celebrar el Día de las Madres debe costearlo de sus bolsillos.

Alguna institución reguladora del Estado debería ponerle fin a las millonarias piñatas que se promocionan desde el Congreso de la República, por medio de las cuales se dilapidan cientos de millones de pesos, extraídos de las costillas de los ciudadanos.

Teleférico

El Teleférico de Santo Domingo es una obra útil, trascendente que impacta positivamente en la disminución de la pobreza de miles de familias asentadas del otro lado de la verja de la miseria.

Ese moderno sistema de transporte permitirá que cerca de 300 mil personas puedan trasladarse cada día de manera segura y digna hacia sus lugares de trabajo, estudios o a cualquier destino, para lo cual tendrán acceso también al Metro de Santo Domingo y al sistema de buses alimentadores.

La pobreza es hidra de siete cabezas que debe ser atacada en toda su anatomía, por lo que el Teleférico representa una gran espada para combatir la inequidad y exclusión que padecen familias asentadas en barrios del Gran Santo Domingo.

El Nacional

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