Opinión

Planes para el 27 de febrero

Planes para el 27 de febrero

En lo personal no tengo ninguna expectativa sobre el discurso del presidente Danilo Medina este martes 27 de febrero, a 174 años de nuestra independencia, porque me temo que, como los años anteriores, será más de lo mismo: Promesas que no se cumplieron ni se cumplirán; palabras que se las llevarán el viento del sur, que cada vez existe menos a pesar de que el mandatario pertenece a esa pobre región.

No pretendo escucharlo por radio ni verlo en la televisión. Sufro vergüenza ajena. Prefiero leer el discurso al otro día en los periódicos. No tolero las mentiras, las falsas promesas, el cinismo, la demagogia, ni las cifras manipuladas del Banco Central y demás autoridades financieras.

El Presidente volverá a decir, como el año pasado, que la economía va muy bien, al igual que la agricultura, la construcción, que bajó la delincuencia, que creó miles de empleos, etc. Como un mal pintor de brocha gorda, dibujará el país de las maravillas donde sólo vive él, sus funcionarios, familiares, amigos, relacionados y socios. Esa pela no me la daré otra vez.

No resisto los falsos aplausos de los súbditos, lacayos y mequetrefes en la Asamblea Nacional, ni la presencia de diputados, senadores, lambones y diplomáticos durmiendo y “chateando” mientras el mandatario navega en su perorata antigua con traje de lentejuela barato.

Este 27 de febrero aprovecharé el tiempo desde muy temprano. Haré como los poderosos: un puente desde el viernes hasta el martes en la noche o el miércoles cuando la carretera estará más despejada.

Leeré buena parte de un libro interesante; me iré a un resort 5 estrellas con varias piscinas, buena y diversa comida, una playa de arena blanca y palmeras para protegerme del sol. Me haré de cuenta que estoy en el país de Alicia donde vive el presidente y sus ministros.

Tengo que buscar un intercambio comercial para conseguir el hotel porque no puedo pagar 300 o 500 dólares por noche, sobre todo si incluyo a los hijos y la esposa. La amante me mata si la dejo en la capital. Tendré que buscarle una suite en un hotel cercano. O pagarle un ticket aéreo y mandarla unos días a España o Francia con una tarjeta de crédito para que no me moleste, como hacen muchos funcionarios, incluso de tercera categoría.

Quiero darme una vida de príncipe, como la que se da un amigo desde que fue favorecido con un decreto presidencial.

No es verdad que este 27 de Febrero me quedaré en mi casa esperando el discurso demagógico y reeleccionista de un hombre ciego, sordo y mudo que cuando le conviene sufre dislexia política.

Supongo que el discurso tendrá un carácter reeleccionista, como siempre.

Si no consigo un intercambio, ni un compadre que me regale los dólares, pediré un préstamo al Banco Central.

El Nacional

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