Concepción (Chile). EFE. Los vecinos de la ciudad chilena de Concepción, una de las más golpeadas por el terremoto, agudizan estos días su ingenio para hallar soluciones que les permitan hacer una vida relativamente normal en lugar bajo toque de queda, donde la luz, el agua y el petróleo aún escasean.
El fuerte terremoto del pasado sábado ha dado un vuelco a la rutina cotidiana de los más de 200.000 habitantes de esta ciudad sureña, epicentro de la devastación que generó el sismo de 8,8 grados en la escala Richter y que se proyectó por televisión en forma de saqueos y desmanes.
Pero más allá de los derrumbes y los pillajes, los vecinos también han tenido que adaptar su vida a las carencias que dejó el terremoto.
Muchos duermen incluso en carpas (tiendas de campaña) en las calles y plazas, por miedo a las continuas réplicas y muchas zonas de la ciudad permanecen aún sin luz, y las velas y linternas son la única forma de alumbrarse cuando la noche cae.
«Por suerte aún estamos en verano, así que los días son más largos», señala Hernán Caamaño, de 50 años.