Editorial

¿Podredumbre?

¿Podredumbre?

Con la calidad moral que le otorga su prístino historial como funcionario del Estado, el director general de Aduanas, licenciado Miguel Cocco, ha advertido que la podredumbre que se evidencia en sectores de la administración pública impide  enfrentar el estado de pobreza que padece la mayoría de los dominicanos.

El calificativo de podredumbre que otorga el licenciado Cocco a lo que define como elevado nivel de corrupción en el Gobierno debería provocar una especie de terremoto moral en el litoral oficial tan severamente cuestionado por un funcionario probo, que no ha tenido reparo en perseguir y denunciar episodios de defraudación en el ámbito bajo su responsabilidad.

Sin pretender tintar con juicios de valor la afirmación del  director de Aduanas,  de que  en la administración pública prevalece un estado de podredumbre, hay que resaltar su valentía y responsabilidad, así como los altos niveles de riesgos de retaliación política en que ha incurrido.

Ante  un acto de entereza personal y nobleza política como el  asumido por ese funcionario, la ciudadanía debería estar compelida a atender su vehemente exhortación a convertirse en guardiana y defensora de los bienes públicos.

Tal y como  aconseja el licenciado Cocco, el dedo acusador de la población ha de estar colocado en dirección a todos los funcionarios que exhiben riquezas cuya procedencia no puedan demostrar o que de manera notoria incurren en crimen de prevaricación.

Es al presidente Leonel Fernández, a quien el denunciante exceptúa de todo tipo de complicidad frente a los actos de corrupción, a quien le corresponde curar la extendida  infección moral en la administración pública que, al decir de tan relevante funcionario, ha devenido en podredumbre.

No debe olvidarse que el licenciado Cocco es miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por lo que tiene sentido su señalamiento de que,   si bien es cierto que en todos los gobiernos hay funcionarios que cometen actos de corrupción, eso no debería ocurrir en el de una organización fundada por “un hombre impoluto como el profesor Juan Bosch”.

El Nacional

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