El mundo civilizado expresa hoy profunda consternación e indignación por el atentado terrorista perpetrado en Barcelona donde una furgoneta fue lanzada contra cientos de personas que caminaban por la vía turística Las Ramblas, con saldo de 14 muertos y cerca de un centenar de heridos.
La furgoneta, rentada por un yihadista marroquí que arribó a España el domingo, recorrió más de 50 metros a una velocidad de 80 kilómetros por hora, contra una multitud que paseaba por el carril central de esa arteria peatonal, en un acto de terror vil y cobarde.
El denominado Estado Islámico (EI) se adjudicó la autoría de esa masacre, cuyo autor material escapó de la escena del crimen y hasta hoy no había sido localizado por las autoridades, que anoche abatieron a otros cuatro individuos en Cambrils, Tarragona, quienes arrollaron con un vehículo a seis personas, en otro atentado terrorista.
España sufre hoy los estragos de un acto de salvajismo perpetrado por fanáticos adocenados por grupos que fomentan y exportan el terror en todo el mundo, en nombre de falsos preceptos religiosos que resumen sus doctrinas en un profundo desprecio por la vida y la dignidad humana.
La misma organización terrorista se ha adjudicado los atentados de 2016 en Niza, Francia, donde 84 personas murieron arrolladas por un camión, y de masacres similares perpetradas el año pasado en Uzbeco, Suecia, Londres, París y Berlín, lo que indica que la industria del terror se expande por toda Europa.
El mundo está compelido hoy más que nunca a defender la paz y combatir con firmeza y determinación toda forma de terrorismo, venga de donde venga, por lo que en la lucha contra ese flagelo las naciones deben derribar todas las murallas jurídicas, ideológicas, económicas o de cualquier otra índole.
Una comunidad internacional profundamente convulsionada por los trágicos sucesos de Barcelona, ofrece absoluta solidaridad al Reino Español y en particular a la comunidad catalana, en la esperanza de que los autores materiales e intelectuales de ese cobarde acto de terror sean apresados, procesados y condenados.
Los dominicanos extienden también un abrazo de aliento y respaldo a España, en la seguridad de que el terrorismo jamás pondrá de rodillas a esa noble y valerosa nación, que ha sido fuente y ejemplo de una sólida vocación de paz y de convivencia.