Opinión

Por la familia

Miles de feligreses se movilizaron de manera simultánea ayer en Santo Domingo y el Cibao en la marcha “Un paso por mi familia”, en la séptima convocatoria de la Iglesia católica para expresar su rechazo a la despenalización del aborto y en reclamo de que se respete la vida desde la concepción hasta la muerte.

Aunque fueron convocadas para expresar el repudio del clero al proyecto de ley que permitiría el aborto en tres causales diferentes, esas manifestaciones ayudan también a promover conciencia ciudadana sobre la trascendencia de la institución familiar.

Son frecuentes las marchas, paros, mítines o encuentros comunitarios para reclamar servicios prioritarios para las comunidades o para denunciar actos de corrupción o falencias institucionales, pero no es común que la gente se congregue para proteger a la familia.

“Un paso por mi familia”, que fue la consigna principal de la séptima movilización convocada por la Iglesia católica, representa un significativo aporte a la promoción del núcleo familiar, aguijoneado hoy por antivalores como el feminicidio, violencia intrafamiliar, paternidad o maternidad irresponsable, drogas y alcoholismo.

Al Congreso le corresponde reflexionar y estatuir sobre la pertinencia de aprobar un estatuto que permita a las mujeres abortar en caso de violación, incesto o malformación del feto, como el Tribunal Constitucional tendría el compromiso de establecer si una ley de esa naturaleza colisiona con el Texto Sustantivo.

A la Iglesia y a organizaciones de la sociedad civil les asiste derecho de rechazar o respaldar el aborto, cuya discusión abarca lo moral, lo jurídico, lo ético y lo político, en una sociedad de libres pensadores muy afectada por comportamientos individuales y colectivos que degradan a la familia.

Desde tiempos inmemoriales se ha dicho que la familia representa el núcleo fundamental del Estado y que ninguna sociedad podría desarrollarse como tal sin la expresa voluntad de Gobierno y población de fortalecer a la familia, que a su vez se sostiene sólo a través de las figuras del padre, madre, hijos y otros parientes sanguíneos.

Sin formular juicio de valor sobre el tema del aborto, se resalta como altamente trascendente las manifestaciones promovidas por la Iglesia católica en defensa de la familia, hoy en claro peligro de extinción a causa de flagelos que mercadean violencia, individualismo, corrupción y desamor.

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