La desafortunada decisión del PRD de girar hacia el pensamiento conservador, desdeñando sus raíces y creyendo, erróneamente, que podía repetir el éxito electoral del PLD, se ha radicalizado desde el 2004 con el actual sector hegemónico dentro de ese partido.
En efecto, habrían sido distintas las consecuencias si en la disputa por la candidatura presidencial para las elecciones del 2008 el sector liderado por Milagros Ortiz Bosch se hubiese impuesto sobre quien terminó asumiendo la representación partidaria y luego se alzó con el máximo puesto dirigencial de la entidad.
Nadie podía suponer que el PRD no consolidaría su reversa conservadora en una gestión encabezada por Miguel Vargas Maldonado. Se trata de una persona a quien el pensamiento político y las ideas que lo pueden sustentar, les resultan ajenas y su auténtica vocación, que es el mundo de los negocios, es lo que traduce en sus propuestas partidarias. Eso explica la facilidad con la cual, un político de 24 horas, como Leonel Fernández, lo ha conducido a manejarse de la forma que mayores dividendos proporciona a los intereses particulares del sagaz mandatario.
No se trata de torpeza política, es algo que va más allá, tiene que ver con carecer, en las esencias de su personalidad, de la aptitud requerida para una ciencia tan compleja como la política, con todas las consecuencias que eso implica, dentro de las cuales, resalta el hecho de que la vida pública es concebida como fuente nutriente de las actividades privadas. Es fácil colegir, en ese cambalache, los tremendos perjuicios derivados para la Nación, si esa mentalidad llegare a dirigirla.
Asombra constatar cómo en los momentos en que esa corriente conservadora procuraba imponerse a lo interno del PRD, recibió el espaldarazo de personajes cuyo destino natural uno lo suponía del lado de la contraparte. Ese endoso inaudito es lo que hoy les despoja de calidad moral para enarbolar la bandera liberal, que luce izada más bien por intereses coyunturales y por lesiones que sólo se protestan porque han sido infligidas sobre sus espaldas. Entre Miguel Vargas y Milagros Ortiz, ¿cómo se le ocurrió a Guido Gómez olvidarse de su legado histórico y respaldar al primero?
La hegemonía que ha logrado imponer en el PRD su dirección, enfatiza la ruta que reafirmará esa organización como una más del menú partidario a partir del cual, los comensales dominicanos sólo podemos esperar continuar padeciendo el raquitismo social que nos afecta.