La presencia del individuo es su naturaleza original. Las clasificaciones, las etiquetas, las categorías, las comparaciones, las formas y las palabras, provienen del pensamiento conceptual, de la mente adulterada y ordinaria, lo que perturba e interfiere en la visión clara.
Sin embargo, todo lo contrario, es transcender los convencionalismos, encontrar la intuición, tras la búsqueda de la experiencia directa.
Nada de especulaciones ni de metafísica.
Naturaleza original es naturalidad, sencillez y espontaneidad en el mejor sentido de las palabras.
Si limpiáramos toda carga adquirida desde la infancia, como por ejemplo los conceptos y las falsas impresiones, entonces, la vida sería simple y apacible, con rotura total de estrés.
Ninguna técnica de autorrealización nos proporcionaría, sin ese requisito, el paraíso interior.
Para alcanzar ver en uno mismo, hay que remontarse al origen de los pensamientos, lo que significa encontrar la mente en su condición natural, no condicionada por las apariencias.
Es la búsqueda de ese vacío interno que se propone como media o instrumento que permite experimentar la naturaleza original, que es también vacía.
Sin interferencias, sin verbalizaciones, sin procesos psicomentales, es mas allá del análisis o la reflexión, es el nivel de conciencia espiritual, y quizás de ahí, la importancia que se concede al presente, al ahora.
La vida es una larga serie de ahora y que precisa abrir la mente y recibir sin conservar, sin aprobar ni desaprobar, sin apego ni individualismo egocéntrico, la singular enseñanza que nos da el gran maestro Dios.
Esa enseñanza consiste en vivir y fluir dentro del instante que, unido a otros instantes, se convierte en la real vida.