Los tambores de los principales mercados bursátiles de Wall Street (centro financiero por excelencia de la economía mundial), siguen entonando su tono de incertidumbre sobre el proceso de recuperación de la economía norteamericana.
Muchos inversores internacionales no lograron conciliar su sueño durante el pasado fin de semana, en espera del reinicio de las operaciones financieras en las bolsas de valores, las cuales fueron estremecidas por fuertes caídas inducidas por una serie de noticias acerca del estado de la economía norteamericana y la marcha de la eurocrisis.
Porque cuando se esperaban algunos datos favorables sobre el desempeño laboral estadounidense durante el mes de mayo, se toma conocimiento de que la tasa de desempleo se mantienen en un elevado 9,7 por ciento, lo que significa que 6 millones 800 mil personas no están en condiciones para asistir al mercado en busca de bienes y servicios.
¿Cómo se explica qué después de un astronómico paquete de rescate financiero auspiciado por el Sistema de la Reserva Federal (FED/Banco Central) y el Departamento del Tesoro el sector privado no haya resurgido de entre sus cenizas como motor de la oferta y la demanda?
Un dato desconcertante ofrecido en torno a la tasa de desempleo: se generaron unos 431 mil puestos de trabajo durante el quinto mes del 2010, de los cuales tan sólo 20 mil nuevos puestos laborales fueron aportados por el sector privado. Deprimente
420 mil trabajos provisionales (censo de población), corresponden al sector oficial. Se evidencia que el sector privado estadounidense continua frenado en sus expectativas de inversión interna.
Observa el lento desempeño de la demanda interna en función del notorio desempleo. La confianza en el desempeño presupuestal del Gobierno luce tímida.
La armonización de las políticas fiscal y monetaria es básica para la puesta en práctica de una estable visión de la economía en su conjunto.
Al parecer el sector privado no acaba de avalar la bondad de la política económica de la administración Obama y espera señales precisas en materia de reformas financieras y bancarias.
Y como la esfera del comercio se encuentra muy entremezclada con los movimientos de capitales en los mercados internacionales, muchos empresarios dirigen su mirada hacia el territorio económico europeo, pendiente de las turbulencias fiscales de Hungría, España, Portugal, Grecia, Gran Bretaña
El derrumbe del euro y el notorio incremento del endeudamiento público mantienen en jaque las iniciativas empresariales para estipular la recuperación. Hay algo de fondo que no está funcionando al interior de la economía estadounidense.
Los enraizados problemas estructurales de la economía norteamericana, incluyendo la imperiosa necesidad impulsar profundas reformas financieras y bancarias, posando la atención en el espíritu de la derogada Ley Glass-Steagall, promulgada en 1933 (tiempo de Gran Depresión) y sepultada en 1999. Claro, serían cambios para los nuevos tiempos.