Opinión

Presencia economica

Presencia economica

POR: Daniel Guerrero
guerrerodanielus@yahoo.com

 

Un baño de ideas
Las crisis económicas no se gestan por obra y gracia de las ideas, pues lo que ocurre en la práctica es que éstas se manifiestan a través de enfoques teóricos que pretenden determinar sus causas y los efectos. Las ideas no generan crisis, sino que las crisis producen ideas. El impacto de las ideas en la toma de decisiones políticas y económicas ya fue abordado por el británico John Maynard Keynes (1883-1946) en su renombrada obra “Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero” (1936) cuando sentenció: “Tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados, lo que resulta peligroso, para bien o para mal”.

Paul Krugman, autor del libro “De vuelta a la economía de la Depresión” (1999) escribió: “Hay quien dice que los problemas económicos son estructurales y que no tienen solución a corto plazo, pero yo creo que los únicos obstáculos estructurales importantes para la prosperidad del mundo son las doctrinas obsoletas que pueblan la cabeza de los hombres”.

Y es que la economía no funciona como la concibe el prisma ideológico del liberalismo clásico que eleva al reino de los cielos a las consabidas fuerzas del mercado y la “mano invisible” que supuestamente se encargan de asignar los recursos financieros dentro de una sociedad, achicando hasta más no poder el papel del Estado en las determinaciones económicas.
Se recordará que el liberalismo fue la doctrina socioeconómica formulada por el economista inglés Adam Smith (1723-1790) basada en el libre comercio y construida en un edificio teórico bien cimentado en argumentaciones matemáticas y estadísticas.

Con la publicación de la obra “La riqueza de las naciones” (1776) escrita por Smith se consolidaron las ideas económicas que explicaban el desarrollo de un nuevo tipo de organización productiva y comercial en el mundo. La naciente burguesía se evidenciaba como clase social progresista. Los trabajadores dejaban atrás su dependencia feudal y pasaban a vender su fuerza de trabajo.

Los cantores del liberalismo económico han pregonado durante siglos la supuesta eficiencia del mercado, el cual debería actuar al margen de toda intervención estatal. Decidieron bañarse en las aguas del fundamentalismo neoclásico que cuestionaba toda participación del Estado en las determinaciones económicas.
Los centros de pensamiento económico que postulan las ideas neoclásicas (¡Más mercado, menos Estado!) tienden a implantar dentro de la metodología de la enseñanza universitaria sus esquemas ideológicos donde se prioriza el culto a la búsqueda del bienestar económico individual a través de la exaltación de “las fuerzas naturales del mercado”.

Un economista egresado de una Universidad que postula el liberalismo nos confesó que se sentía nadar contra corriente y que por momento tenía la sensación de que estaba quedando marginado, pues llegó a ser considerado como “una oveja negra” pasible de ser excluido de proyectos de investigación y de la financiación de los mismos si no se ajustaba a las ideas económicas sustentadas por la Academia.

Porque detrás de la opinión de un economista siempre está presente –aunque pretenda cobijarse bajo una apariencia técnica- su identificación con determinados intereses económico-políticos que se expresan a través de planteamientos ideológicos.

El Nacional

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