¿Adiós a la OMC?
Hace un año el brasileño Roberto Azevedo asumió funciones como director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) transformándose así en el primer latinoamericano en ocupar el máximo cargo gerencial de esa institución multilateral integrada por unos 160 países que se encuentran diseminados por todos los continentes.
La OMC nació el 1º de enero de 1995 tras la firma en Marrackech (una de las principales ciudades de Marruecos, Estado árabe al norte de África) de los acuerdos que pusieron fin a las negociaciones comerciales multilaterales agotadas en el marco de la Ronda Uruguay (1986-1994).
Uno de los principales retos asumidos por Azevedo fue desbloquear las negociaciones de la Ronda de Desarrollo de Doha lanzadas en 2001 y estancadas desde mediados de 2008. El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio forma parte del paquete de negociaciones consensuado por los países miembros en el marco de la Novena Conferencia Ministerial celebrada en Bali, Indonesia en diciembre de 2013.
A tan solo tres meses de haber tomado posesión del cargo el recién estrenado director general de la OMC, entusiasmado por los resultados obtenidos en las negociaciones de Bali, expresó: ”Bali marca un nuevo amanecer para la OMC. Ahora tenemos doce meses para establecer una hoja de ruta para concluir el programa de Doha.»
La OMC calculó que la puesta en práctica de los acuerdos de Bali -en especial la cláusula para facilitar la unificación y simplificación de los trámites aduaneros- podría beneficiar al comercio mundial con cerca de un billón de dólares y crear alrededor de 21 millones de puestos de trabajo.
Los países miembros debían ratificar esos acuerdos a más tardar el 31 de julio pasado, pero ocurrió que la India negó su aprobación invocando su desacuerdo con la existencia de una cláusula que penaliza el otorgamiento de subsidios a los alimentos.
Datos oficiales revelan que Nueva Delhi mantiene un programa anual de apoyo a sus productores de alimentos que asciende a la astronómica suma de 22 mil millones de dólares. Se trata de garantizar el abasto alimenticio a cientos de millones de pobres que esperan tener acceso a los cereales necesarios para mitigar el hambre.
La OMC perseguía limitar esos subsidios a los productores agrícolas. Pero como los acuerdos en esa institución multilateral de negociaciones comerciales deben tomarse por consenso basta con la oposición de un país miembro para que todo el edificio del proyecto se derrumbe.
La posición adoptada por la India (con la comprensión y apoyo de otros países subdesarrollados) ha congelado las expectativas respecto de la entrada en vigencia de los acuerdos comerciales aprobados en Bali. Roberto Acevedo, director general de la OMC, ha externado su frustración ante semejante decisión: “No se trata solo de una suspensión, sino de un paso que afectará a todas las esferas de la actividad de la organización”.
Pero en la práctica el tema será retomado en la OMC y se abrirán nuevos senderos para buscar soluciones a las trabas que dificultan un entendimiento en materia de subsidios a la agricultura entre los países miembros. Porque la diplomacia económica tiene mucho que hacer todavía.