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Presencia económica

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Daniel Guerrero

La economía futura

Un comportamiento que más tiende a desprestigiar al carácter científico de la economía es la proyección futura del comportamiento de las actividades productivas, comerciales y financieras como versión del oráculo de Delfos donde se concentraban los adivinadores de la antigua griega.
Así, resulta risible la tesis futurista sostenida por economistas españoles: “Si el brote de coronavirus dura entre tres y cuatro meses, la recuperación de la economía global podría llegar en el cuarto trimestre del año (2020, dg), ya que si el virus resulta ser estacional se recuperaría rápidamente la confianza de los consumidores y las empresas podrían volver a la normalidad en uno o dos trimestres”.
Esos economistas sentencian: “En el caso de que se tarde entre seis y doce meses en frenar la epidemia, las industrias vulnerables experimentarían una caída continuada de la demanda, en la medida en que la confianza de los consumidores caería en el segundo y tercer trimestre.”
Pero ¿cómo cuantificar la pérdida de recursos financieros en las diversas esferas de la economía interna? ¿Cuál sería la cantidad de dinero que perdería la economía mundial como resultado directo del impacto adverso del Covid-19?
Ya hay cálculos sobre lo expuesto en el párrafo anterior.
En lo que respecta a la región latinoamericana y caribeña se estima que al cierre del 2020 la economía cerraría con una contracción de -4,8 por ciento.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el Covid-19 tendrá serios efectos sobre la economía mundial, aunque seguramente serán más intensos y distintos a los que se vivieron durante la crisis financiera de los años 2008-2009. El impacto económico adverso se podría reflejar en la esfera de la producción, creando trastornos en la cadena de suministro y en el mercado, y por su impacto financiero en las empresas y los mercados financieros.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha expresado que el crecimiento de la economía mundial, estimado en un 3,3 por ciento para este año 2020, podría verse recortado entre un 0,1y 0,2 por ciento por la incidencia del Covid-19.
Más que pensar en los flamantes indicadores macroeconómicos, destacándose en lugar cimero al valor del Producto Interno Bruto (PIB) que indica el nivel de crecimiento, hemos de poner el acento en la protección de la vida de las personas, preservando su salud, acceso a los alimentos y vivienda.
La crisis económica mundial conocida como la Gran Recesión (2008-2009) tuvo su base en distorsiones financieras y para septiembre de 2007 el Fondo Monetario Internacional (FMI) los economistas proyectaban una economía mundial estable y en franco crecimiento.
Algo parecido ocurrió en los inicios del presente año 2020. Pero la propagación global de un nuevo coronavirus (Covid-19) que se convirtió en pandemia ha echado por la borda todo cálculo certero sobre el desempeño de la economía global, demostrando una vez más que los afanes de los futurólogos por pronosticar el comportamiento de la economía mundial carecen de fundamentos científicos.
Lo importante es dar seguimiento al desempeño de la economía global y los efectos del Covid-19 sobre la calidad de vida de la población.

El Nacional

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