El presidente del Senado, Reynaldo Pared Pérez, desistió del proyecto para aumentar el sueldo base de los miembros de ese cuerpo legislativo. Frente a la dimensión del dengue, la crisis eléctrica y otros males que abruman la nación, incluyendo el déficit financiero que obligó al Ejecutivo a efectuar transferencias de fondos y a indexar los carburantes , la decisión es sabia y sensata. Complace que Pared Pérez comprendiera que la iniciativa era una imprudencia que afecta todavía más la imagen de los congresistas. Un senador, incluyendo sueldo, el barrilito, dietas, comisiones, pago de oficinas y empleados y otros beneficios le cuesta mensualmente al contribuyente entre 2.3 y 2.7 millones de pesos. Sin hablar de las exoneraciones para importar vehículos de lujo. Desistir del aumento de sueldo no debe implicar incrementar los privilegios, porque se estaría ante una tomadura de pelo. Si la razón era que el sueldo base de un diputado es más elevado que el de un senador, que se legisle para dejar sin efecto el reajuste en la Cámara Baja. Pero no más gastos.