SANTIAGO DE CHILE, CHILE, (AP).- Hace menos de un mes todo parecía indicar que Chile estaba en la antesala de girar de nuevo hacia la derecha. Hoy, a punto de celebrarse la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, nada es seguro.
Tras su triunfo en la primera vuelta de noviembre, los sondeos apuntaban a que el exmandatario centroderechista Sebastián Piñera, de 68 años, se impondría en la segunda ronda del próximo domingo a su rival izquierdista Alejandro Guillier, de 64. Sin embargo la diferencia se han acortado y aún existe la posibilidad de que Chile se mantenga con un gobierno de izquierda.
«Será la elección con mayor incertidumbre en la historia de Chile», estimó Pepe Auth, un diputado liberal y localmente conocido como un experto electoral.
¿Por qué cambio el escenario en escasas cuatro semanas? Analistas y expertos consideran que Guillier obtuvo más apoyo de las diferentes facciones de izquierda del que originalmente se esperaba, en parte porque prefieren apoyar a alguien más cercano a su ideología que a una figura de la derecha como Piñera, quien ya gobernó el país de 2010 a 2014.
Para algunos, además, Piñera se valió en las últimas semanas de una estrategia con la que intentaba generar miedo, como decir que Guillier podría hacer que Chile siguiera los pasos de Venezuela, que actualmente vive una crisis política y económica sin precedentes y que para varios es responsabilidad de los gobiernos socialistas de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro.
La estrategia de Piñera, sin embargo, no parece haber funcionado del todo. «De hecho parece haber activado a los votantes del (izquierdista) Frente Amplio, que comenzaron a endosar a Guillier», dijo Kenneth Bunker, director del programa electoral de la Universidad Central de Chile.
En la primera vuelta del 19 de noviembre, Piñera obtuvo 36% de los votos y Guillier 22%. En tercer lugar se ubicó Beatriz Sánchez, del izquierdista Frente Amplio (FA), con un 20% de las preferencias y se volvió, según los analistas, en la fuerza que decidirá el triunfo o derrota del abanderado oficialista.
Inicialmente, el FA demoró en decidir si apoyaría o no al candidato oficialista y calificó de «ambiguo» el programa del aspirante a suceder a la presidenta Michelle Bachelet.
Pero hace poco, los principales líderes de esa fuerza, incluida la propia excandidata presidencial Sánchez, anunciaron que votarán por Guillier, aunque no llamaron abiertamente a sus adherentes a seguir su ejemplo.
«Que venga un apoyo cuatro días antes genera un momento político, sobre todo cuando en el mismo día se produce una serie de respaldos de la misma coalición. Es una señal política relevante», dijo el analista Claudio Fuentes, académico de la Universidad Diego Portales.
Para Bunker, del Programa Electoral de la Universidad Central, los líderes del FA son un referente y podrían ser imitados por muchos de sus seguidores.
El FA pide cambios radicales como el fin de las administradoras privadas de los fondos de jubilaciones, impuesto durante la dictadura de Augusto Pinochet, 1973-1990, que entregan decenas de pensiones inferiores al sueldo mínimo, después de haber prometido que las jubilaciones serían equivalentes al 70% del último sueldo.
También exigen la condonación de las deudas que unos 500.000 universitarios mantienen con la banca privada, mientras después de mucha presión Guillier sólo accedió a condonar la deuda al 40% de los jóvenes más pobres.
El candidato izquierdista, sin embargo, se ha mostrado cauto frente a las propuestas de FA, en parte porque no desea comprometerse con cambios que cree que no podría cumplir.
Piñera es respaldado por Chile Vamos, una coalición de cuatro partidos, incluidos la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional que fueron el sustento político del dictador Augusto Pinochet, 1973-1990, y ya sumó el apoyo de la ultraderecha.
Durante su primer mandato, Piñera padeció protestas masivas por la desigualdad social y en demanda de cambios en la educación, aunque al mismo tiempo Chile registró un crecimiento anual promedio de 5,3%. Y aunque terminó con una baja popularidad, la reciente caída de la economía chilena pareció darle cierto brillo a su mandato, lo cual le favoreció en la primera vuelta.
Unos 14 millones de chilenos están habilitados para sufragar el domingo en la segunda vuelta, aunque en los últimos años el abstencionismo se ha incrementado desde 2012, cuando se modificó la ley electoral y la inscripción se tornó automática y el voto en voluntario. Un 54% de los electores no participaron en la primera vuelta.