El Poder Ejecutivo ha sometido al Congreso Nacional dos proyectos de ley de deuda pública, por 45 mil millones de pesos y de colocación de bonos por mil millones de dólares, ambos con la finalidad de generar recursos para financiar el déficit previsto en el Presupuesto General del Estado 2013.
Puede decirse que se trata de un endeudamiento programado, cuyo impacto negativo en términos netos sería menor, en razón de que en la Ley de Gasto Público establece cumplimiento del servicio de la deuda pública por un valor aproximado al volumen de esos créditos.
La vía de financiar parte del déficit público a través de la banca local o por la colocación de bonos en moneda nacional internos libra al Estado del riesgo cambiario, en tanto que la mejoría que las agencias calificadoras de riesgos han otorgado a República Dominicana supone buen momento para colocar bonos en mercados internacionales.
Aun así, el Gobierno no debería encariñarse demasiado con más compromiso de deudas internas o externas, porque todo endeudamiento tiene un límite o techo que parece que la economía dominicana ha rebasado o está cerca de superar, lo que obliga a las autoridades a reflejarse en espejo de naciones hoy convulsionadas por agravamiento de la crisis de la deuda.
En el periódico 2000-2013 la deuda pública total se incrementó en un 16.6 por ciento anual, al subir de US$3,243.5 millones a 16 mil 593 millones de dólares, para un aumento global de un 416 por ciento. Los economistas Ernesto Selman y Fadua Camacho sostienen en un estudio técnico que desde 2005 a 2011, el endeudamiento se incrementó en un 102%, al pasar de US$11,771.77 a US$23 mil 780 millones.
En cualquier escenario que se presenten estadísticas sobre monto y composición de la deuda pública, lo aconsejable debe ser que el Gobierno y el Congreso actúen con prudencia, para evitar que volumen, composición, porcentaje del PIB y en lo referido a su administración, se convierta en una bomba de alto poder que al explotar se lleve por delante los cimientos de la economía.
Es verdad que el desarrollo de una nación se levanta en base a una razonable política de endeudamiento, pero las autoridades deberían ser advertidas de que la crisis económica del mundo de hoy es básicamente el colapso de la deuda pública, por lo que se requiere poner atención a programas de incremento de las recaudaciones y evitar el cortejo foráneo de los dólares.
El presidente Danilo Medina está compelido a monitorear los preocupantes niveles de endeudamiento público, que aguardan todavía por más incrementos a través de compromisos de crédito para la construcción de tres plantas que generarían 600 megavatios, así como la deuda que se acumula por vía del Acuerdo Petrocaribe. Prudencia es la palabra clave.