Los peledeistas y más nadie son los principales culpables de que pueda revertirse contra ellos el contenido del documental de René Fortunato sobre la vida de Juan Bosch que comenzó a exhibirse el lunes en el Teatro Nacional.
Se trata de un trabajo de recopilación de grabaciones hechas a Bosch antes y después de ser Presidente de la República, de manera que la objetividad está más que garantizada.
Lo que sucede es que entre lo que constantemente predicó Bosch y lo que han hecho y hace una parte alarmante de sus seguidores, la diferencia es enorme.
Imagínense que, al entregar la declaración de sus bienes, el Profesor dice que él ni doña Carmen tienen un solo centavo ahorrado en ninguna parte y que residen en casa alquilada.
Era difícil permanecer callado cuando eso se escuchó y por tal motivo en la adusta sala de espectáculos del Teatro retumbó un ¡Qué vergúenza!, que es posible fuera el sentir de la mayoría de aquellos que allí estaban.
Y no hay que decir por qué ni restregar verdades en la cara de nadie. Lo penoso es que la variación conductual no se realizara tiempo después de estar en el poder, sino en el momento mismo de la llegada, porque hubo quienes declararan millones de pesos apenas pusieron un pie en sus poltronas.
Claro que no todos han hecho lo mismo y que hay excepciones, si bien estas son muy pocas y hay que incluirlas entre las que menos bulla hacen a la hora de hablar de honestidad, honradez y temas parecidos.
Ese puñado puede ir tranquilo al Teatro Nacional y, si se repiten las reacciones antigubernamentales del lunes, debe permanecer tranquilo porque a lo mejor van dirigidas contra casi todos los ausentes, aquellos que se ven retratados y no saben cómo dar la cara.
Para lo que sí debía servir el documental de Fortunato es para callar a algunos de los que se dicen seguidores y discípulos de Bosch, pese a lo lejos que se han situado de sus prédicas. Deben comprender que incurren en una blasfemia cada vez que mencionan su nombre para justificar inconductas, como se llama hoy en día a violaciones morales de todo género.
Creo que en el año del centenario del Profesor el mejor homenaje que esos señores pueden tributarle sería comprometerse a ni siquiera citar su nombre para nada, a no ser para pedirle perdón.
Lástima que no haya grabaciones de las vidas y exhortaciones de Duarte, Lupeón y otros dominicanos insignes, para ver si logramos silenciar las tantas blasfemias en que se incurre cuando son citados por descalificados para hacerlo.
Quizás se haya logrado eso con el profesor Juan Bosch y su nombre y doctrina, al través del documental de Fotunato. Sería una enorme contribución al respeto histórico que debe cubrirlo.
Nunca es tarde
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