Opinión

Puntos… y picas

Puntos… y picas

El aforismo “pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla” está hecho a la medida de dominicanos y gobernantes, por cuanto se reeditan acontecimientos de manera cíclica solo con cambio de protagonistas, en menos de dos siglos de vida republicana, entre liberales y conservadores.

El primer mandatario de la nación se transforma ilegalmente en dueño del mandato e ignora y maltrata al mandante tan pronto se aposenta en Palacio Nacional, que tiene la suerte de magia al transformar su inquilino en semidios, todopoderoso, emperador, rey, en fin, mandamás inmune e impune.

Son cosas de la imperfecta democracia, ideal en teoría, en país macondiano, territorio inmensamente rico lleno de gente pobre, en que la clase política gobernante y dominante por mayoría se ha transformado en grupo económico hegemónico que compite con sectores tradicionales.

Amparados casi en dictadura mediática alimentada por estrategas de comunicación que fuerzan para convertir en “verdades” percepciones maquilladas y construidas en base a sofismas de dimensiones nacionales e internacionales, este es el país de las maravillas, todo está bien.

Ahora que el interventor financiero foráneo regresa con voracidad a obtener ganancias disfrazadas de asistencia para disciplinar la economía, como prestamista o usurero de saco y corbata, el gobierno busca recursos expoliando de nuevo la clase media con la cicuta criminal de la reforma fiscal.

El pueblo se quedó sin memoria, está adormecido o, por ancestros aborígenes, mantiene el complejo de Guacanagarix ante los nuevos Colón de la escena política que olvidaron el “blindaje” económico proclamado como panacea del “éxito” gubernamental pasado.

Hoy el agujero fiscal, según cifras aportadas por el gobierno, triplica el famoso “hoyo de Baninter” de 2003 que es invocado por el de equipo colgante más blindado del mundo, como el causante de la situación actual, al margen de la corrupción oficial y el financiamiento estatal a campañas políticas.

Los políticos juegan con la ignorancia del pueblo, emiten como sinvergüenzas declaraciones mentirosas o se equivocan conscientemente para luego inducir a la amnesia colectiva y recoger ganancias con el clientelismo y abuso del poder del Estado.

Como dijo lapidariamente Manuel Antonio Rodríguez (Rodriguito): “Pero, un día…”

El Nacional

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