Abuso de poder
La libre expresión y difusión del pensamiento es un derecho intrínseco de cada ciudadano y en el país, además, tiene rango constitucional, pues está protegido por la propia Carta Magna que no hace distingos de ningún tipo para su ejercicio con el límite que marca la ley.
Quienes hacen uso habitual de los medios de comunicación masiva, en función de reporteros, redactores, locutores, comentaristas o periodistas en el concepto jurídico del oficio, tienen como marco regulatorio la ley que encarga a los tribunales la aplicación de sanciones en caso de transgresiones.
En el desarrollo de su labor, el comunicador social en sentido amplio tiene libertad para expresarse de manera particular de acuerdo a su estilo y especialidad dentro del amplio campo de los medios de difusión masiva de mensajes para la educación, formación, información o entretenimiento.
En el caso de los deportes en general, tanto en la expresión escrita vía la crónica como en el comentario y narración de actividades del músculo y el espíritu, el reportero o locutor goza de licencias literarias y utiliza metáforas o un argot particular, que le imprime sabor y colorido a su labor.
El béisbol, la pasión deportiva nacional, es parte de la idiosincrasia del dominicano y su lenguaje o jerga es referido a cuantas realidades económicas, sociales o políticas ocurren en la cotidianidad, en un interesante fenómeno que ha motivo múltiples estudios de especialistas y concurridas exposiciones.
Todo esto viene a cuento y es válido como argumento para rechazar y protestar ante el exceso y abuso de poder del presidente de la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (Lidomp), Leonardo Matos Berrido, contra el locutor y narrador de pelota Fernando Grullón Ovalles, quien se identifica y es conocido en las transmisiones como Rubio Blondie.
El presidente de la Lidomp se ha erigido en tribunal para sancionar indefinidamente o de por vida al Rubio Blondie, al excluirlo de todas las narraciones de la pelota por alegado uso de expresiones ofensivas y poco éticas en un momento de un juego final entre Escogido y Gigantes.
A Matos Berrido, erigido en censor del derecho de opinión, se le fue la mano, violó la Constitución de la República , se excedió en funciones y abusó de una libertad fundamental.